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viernes, 7 de mayo de 2021

A LA OPINIÓN PÚBLICA


El Claustro de profesores y profesoras y el Consejo de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia, sentimos una gran preocupación por los acontecimientos que han sucedido en el país desde el pasado 28 de abril, cuando se iniciaron las protestas públicas, principalmente por el proyecto de reforma tributaria que había puesto a consideración del Congreso el Gobierno Nacional, pero también por el cabal cumplimiento de los Acuerdos de Paz, la renta vital básica, la posible reforma al sistema de salud, entre otros. Por lo anterior, queremos hacer públicas algunas consideraciones.

1. Tal como se consagra en la Constitución, la protesta es un derecho inalienable de todo el pueblo, que el Estado no puede desconocer y, al contrario, tiene el deber de garantizar. En este ejercicio debe primar la vida como valor supremo.

2. En estos días de protestas populares se han denunciado y documentado una serie de atropellos que, dolorosamente, se han concretado en más de una veintena de muertos, hasta el día de hoy; así como detenciones arbitrarias, desapariciones, agresiones físicas, diversas violencias contra las mujeres, uso indiscriminado de armas letales y no letales, capturas indiscriminadas, irregularidades en la persecución penal de las personas capturadas, malos tratos durante la retención, imputaciones infundadas y desproporcionadas, imposición de medidas de aseguramiento injustificadas (fundamentadas en informes de policía que no se corresponden con los hechos) y amedrentamiento y estigmatización a los abogados defensores.

3. Han sido también muy graves los abusos que se han cometido contra menores de edad (entre los 14 y los 18 años) como esposarlos, desconocer la presunción de la minoría de edad y por consiguiente tratarlos como mayores de edad, divulgar públicamente sus imágenes, mantenerlos indebidamente retenidos hasta por treinta y seis horas, cuando legalmente es improcedente cualquier limitación a su libertad; todas estas prácticas son contrarias a lo establecido en la normatividad internacional y en el Código de la infancia y la adolescencia. Igualmente la violencia desproporcionada en contra de las mujeres y la violación fragrante a sus derechos humanos entre ellos, el derecho a una vida libre de violencias, tal como lo establecen normas internacionales como la Convención de la CEDAW, Belén Do Pará, CADH y la Ley 1257 de 2008.

4. Las anteriores prácticas demuestran un uso sistemático y sin control de la violencia por parte de las autoridades, que contradicen los mandatos constitucionales e internacionales de hacer uso de la violencia estatal solo como último recurso para evitar mayor violencia y siempre ceñido a parámetros de idoneidad, proporcionalidad y necesidad.

5. Nos preocupa profundamente que se revivan doctrinas sobre la seguridad, conforme a las cuales quien protesta es un enemigo, al que hay que derrotar por cualquier medio y no un opositor, al que se le debe respeto y el cual debe ser oído como un fundamento imprescindible de un Estado que se proclama democrático, social y de derecho.

6. Estas protestas ocurren en un momento en el que el país atraviesa una grave crisis social y económica, en parte propiciada por los efectos de la pandemia, pero seguramente incrementada por factores estructurales como la gran inequidad social, que ha aumentado por las limitaciones para el ejercicio de muchas actividades económicas de gran parte de la población y que es exacerbada por una propuesta de reforma tributaria tan ampliamente rechazada, que el mismo gobierno retiró del Congreso de la República. Por lo tanto, reducir las protestas a actos que solo quieren producir desorden, y calificar a los participantes como vándalos, terroristas, aliados de grupos al margen de la ley, es miope y significa cerrarle las puertas a la necesaria discusión que hay que emprender para buscarle una solución. En las calles se están manifestando trabajadores, indígenas, campesinos, afrodescendientes, mujeres, organizaciones sociales, barristas, población LGTBIQ+ y una inmensa cantidad de estudiantes, profesores y jóvenes, que se sienten en un país que les cercena la posibilidad de tener un futuro mejor. Todos son grupos sociales que merecen el mayor respeto y atención a sus peticiones.

7. Consideramos de suma gravedad los obstáculos que se han impuesto al ejercicio de las funciones de los defensores de derechos humanos, la prensa, a instituciones como las personerías municipales en algunos lugares y hasta a la misión de la ONU en la ciudad de Cali. Impedir el cabal desempeño de las funciones de estos organismos y estas instituciones, dibujan un modelo político que repele el control que debe tener el ejercicio del poder en una democracia y en un Estado de Derecho.

8. Resulta desconsoladora la ausencia casi absoluta que se ha percibido de parte de organismos que deberían estar vigilando el respeto de los derechos de las personas en todo el país y controlando el ejercicio de la autoridad pública, como la Defensoría del Pueblo y la Procuraduría General de la Nación.

9. También es sumamente preocupante que en muchos municipios del país se pretenda desplazar a las autoridades civiles, por las autoridades militares, bajo un dudoso entendimiento de la “asistencia militar”.

10. Nos oponemos a que el Gobierno haga uso de la medida excepcional de la conmoción interior, y en su lugar pedimos que se propicie un diálogo serio e incluyente que permita una solución civilizada a la grave situación que vive el país y compartimos el llamado urgente del Comité Rectoral “a la reflexión, al análisis y a la concertación, y pedimos a las autoridades y a los movimientos y colectivos sociales y políticos, la priorización del reconocimiento y la defensa de los derechos humanos, y la apertura, también urgente, de los escenarios y espacios necesarios para que las vidas de tantas personas no sigan estando amenazadas y libradas por el azar que se deriva de las violencias cruzadas e incontrolables”.

Queremos finalizar recordando que los conflictos son inherentes a cualquier sociedad y que el Estado de Derecho es una fórmula que se ha ideado en la cultura política democrática de occidente, como la manera de reducir al máximo la apelación a la violencia para tramitar esos necesarios conflictos y para eso es importante que, en momentos de crisis tan agudos como los que estamos viviendo, se reactiven los mecanismos del Estado de Derecho.

En tal sentido, es imperativo el control a la actividad de las autoridades, que, además, deben estar atentas a satisfacer en la medida de lo posible las demandas de los gobernados para avanzar en un mayor bienestar y en la efectividad de sus derechos.

Por lo tanto, hacemos un llamado a los organismos de control, para que cumplan cabalmente sus obligaciones: que velen por el adecuado ejercicio de las funciones de defensores de derechos humanos, que no se obstaculice ni se estigmatice el trabajo de los abogados, ni de periodistas y por lo tanto, que se permita informar objetivamente lo que está sucediendo. Exigimos, finalmente, que jueces y fiscales cumplan sus deberes constitucionales y legales, respetando y haciendo respetar los derechos fundamentales de los procesados.

Medellín, mayo 5 de 2021



viernes, 9 de octubre de 2020

¡SEGUIMOS UNIDOS! PORQUE TRAS UNA VOZ QUE SE APAGA HAY MUCHAS QUE LA ENCIENDEN

 COMUNICADO A LA OPINIÓN PÚBLICA

“De la mano de las Ciudadanías Libres, la sociedad colombiana es hoy más crítica que en años anteriores y más sensible a los abusos y a la arbitrariedad de las élites que gobiernan”

Campo Elías Galindo Álvarez

No son tiempos para nada fáciles, nadie nos dijo que lo fueran a ser, nadie nos prometió que el paraíso sería nuestro, y mucho menos, nos dijeron que fuéramos a estar a salvo. Al contrario de ello, esta realidad se ha empeñado en demostrarnos, desde que la conocemos, de los riesgos que implica creer en lo que creemos, soñar con lo que soñamos y ser quienes somos; y aunque hemos sido conscientes de esto, no deja de doler que la experiencia atrapada en un “Nos están matando” no sea una frase hueca sin sustento, ¡ojalá lo fuera!, pues es la materialización de la irracionalidad y el odio la que hoy nos acecha y nos mira a los ojos, pretendiendo que el miedo nos consuma, y que al fin explota la burbuja que se pretendía intacta, que nos sacude, y nos dice “¡despierta, que no soy un fantasma!”.

El asesinato del líder social e intelectual Campo Elías Galindo Álvarez, padre de nuestro querido compañero y amigo Gonzalo Galindo Delgado, integrante del Semillero de Sociología del Derecho y Teorías Jurídicas Críticas, es un acontecimiento que rechazamos y lamentamos desde lo más profundo de nuestro ser, que dolorosamente se suma a la violencia sistemática que vivimos actualmente en nuestro país, Colombia, en contra de defensores de derechos humanos, líderes sociales y excombatientes de las FARC, y que atenta decididamente contra los esfuerzos de construcción de paz.

A pesar de este duro golpe que nos atraviesa el alma, no nos quedamos con el dolor paralizante, ya que reconocemos que este no deja de ser un hecho que nos recuerda a gritos la urgencia de formarnos continuamente en pensamiento crítico, de mantener nuestro compromiso y acciones por una transformación social, y el valor y respeto necesarios hacia voces valientes que se atreven a leer agudamente nuestros contextos, a denunciar las injusticias y a apostarle a un HOY distinto, más incluyente y respetuoso de los derechos.

Por eso, más que nunca, los integrantes del Semillero tenemos la certeza de que estos sentimientos y propósitos tan valiosos y esenciales para nuestra sociedad, están y permanecerán vivos en cada uno de nosotros, así como en todos nuestros proyectos conjuntos. Nuestros encuentros en los pasillos y aulas de clase universitarias de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, han sido testigos desde nuestros inicios de esa chispa común para estudiar con ilusión, para dialogar con respeto en medio de la diferencia, para soñar con firmeza, para aceptar la pluralidad, para construir colectivamente, para vivir y sentir que los vínculos fraternos conformados por el más fino de los tejidos humanos nunca se pueden romper, NUNCA.

Nuestra experiencia nos deja lecciones de por vida que nos señalan cómo el consenso social, la aceptación del otro, la sana convivencia, el afecto, la humildad, la horizontalidad en las relaciones, el respeto, la empatía, la discusión con base en las ideas, en la participación y la escucha, son elementos clave de un proceso de construcción de paz y cambio social, objetivo por el que muchos venimos trabajando, objetivo por el que Campo Elías venía alzando su voz, compartiendo sus conocimientos y estructurando sus análisis. Esto nos convence de que la mejor forma de honrar su memoria, así como la de todas las personas que han entregado su vida por estas causas en nuestro país, es continuar con estas luchas hechas a punta de esos vínculos fraternos que tristemente se nos convierten, no pocas veces, en batallas a muerte.

Gonza, hoy te abrazamos con la seguridad de que somos, también, los que fueron y son con nosotros. Las enseñanzas de tu padre son reflejo, y a su vez, convencimiento firme de cambio, de esperanza, de amor y de lucha por y con las ciudadanías libres, aquellas que se toman de las manos y unen sus voces contra las injusticias sociales y contra la infamia del terror. Hoy queremos ser expresión de esa actitud decidida, vehemente e inamovible, para seguir construyendo los vínculos que hemos de tejer en nuestro camino, que serán soporte de nuestras causas, ideas, sentimientos y argumentos, pilares de una fortaleza inquebrantable de transformación social.

Sí, tomados de las manos y uniendo nuestras voces, nos solidarizamos con vos y con tu familia. Te acompañamos desde lo más profundo de nuestros seres para mantener el legado de tu padre que, por su sensibilidad y compromiso social, también es un legado de cada uno de los integrantes del Semillero. Ya no más asesinatos, ya no más violencia, ya no más irracionalidad, ya no más odio; por favor, ¡YA NO MÁS!

Ni la más cruel de las violencias nos condenará al silencio, porque creer y darlo todo por otro mundo posible no es ingenuidad, es la sensatez de la esperanza.

Semillero de Sociología del Derecho y Teorías Jurídicas Críticas

Universidad de Antioquia

Octubre de 2020


jueves, 27 de febrero de 2020

CARTA ABIERTA AL ALCALDE DE MEDELLÍN DANIEL QUINTERO CALLE: ¡LA UNIVERSIDAD NO ES UN CAMPO DE BATALLA!


El pasado jueves 20 de febrero Usted, señor alcalde de Medellín, puso en ejecución el llamado “Protocolo de Reacción Contra Explosivos en Universidades”, comunicado público en el cual consta una decisión sui generis, justificada en hechos eventuales y que fue conocida por la ciudadanía de manera informal –a través de twitter– y no por los medios de publicidad oficiales definidos por la ley para los actos de las autoridades municipales y con tal trascendencia social. A través de este protocolo usted autorizó la entrada del ESMAD a los predios de la Universidad de Antioquia, con el pretexto de prohibir el uso de explosivos en su interior por parte de los encapuchados.

Como Claustro de Profesores y Profesoras de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia, manifestamos que siempre hemos abogado por un tratamiento diferente –no violento– a los conflictos sociales y políticos, y hemos celebrado cuando las iniciativas gubernamentales van encaminadas a la construcción de paz. Por tal motivo, nos parece contradictorio y contraproducente tratar de controlar una forma de protesta calificada como violenta, con el ejercicio de más violencia al interior de la Universidad, por demás desproporcionada y sin ponderación alguna de los derechos en juego.

Las instituciones de educación superior, y de manera específica las que se mantienen públicas, han sido escenarios de disputa de distintos actores, como una manifestación de los conflictos históricos que ha vivido nuestro país durante décadas. La experiencia nos ha enseñado que los proyectiles lacrimógenos y los “bolillazos” indiscriminados, entre otras formas de control, nunca han solucionado nada, al contrario, ha atizado el escalamiento de las rabias, desencuentros y enfrentamientos que nos obstinamos en superar.

Al respecto, señalamos algunos aspectos relacionados con la acción de la fuerza pública en el hecho señalado, así como su actuación en calidad de alcalde de la ciudad, invitando con ello a encontrar de manera dialógica modos de avanzar hacia la superación de los diversos y complejos conflictos que nos atañen, siempre en el marco de una sociedad democrática.

1. Las garantías procesales y el estatuto jurídico de los bienes universitarios

Llama la atención del Claustro el supino olvido de garantías básicas para actuaciones como las del jueves 20 de febrero, en este sentido, que se haya autorizado el ingreso a la sede universitaria del ESMAD sin haber obtenido previamente una autorización judicial. Los días en que se podía ingresar sin dicha formalidad sustancial, que es una materialización del Estado de Derecho, se superaron hace casi tres décadas con la expedición de la Constitución Política de 1991.

La razón es muy sencilla: el predio universitario es un domicilio, perteneciente a una persona jurídica de derecho público, que también ostenta la protección que le dispensa el artículo 28 de la Constitución al domicilio de cualquier persona, para proteger la intimidad y el conjunto de las libertades que allí se ejercen, entre ellas la libertad de expresión, cátedra, investigación y asociación, entre muchas otras que se condensan en la garantía institucional de la autonomía universitaria.

2. Razonabilidad, necesariedad y proporcionalidad

Si usted consideraba que se presentaba una situación de imperiosa necesidad de intervención en la sede de la Universidad, lo que sólo puede verificarse a partir de una situación excepcional, imperiosa y concreta –no general como lo previó en su Protocolo–, debió emitir un acto administrativo de contenido particular, debidamente motivado, en el que constaran los hechos graves que estaban ocurriendo en dicha fecha en la sede específica de la Universidad de Antioquia, el deber ineludible de actuar y la exhibición de las medidas concretas que adoptaba para remediarlas, con la justificación explícita y el análisis ponderado de las razones por las cuales dichas medidas en el caso concreto no solo eran legítimas sino las más idóneas para conjurar la situación que en aquel momento se presentaba en la Universidad.

Aun si esa actuación estaba justificada en el orden jurídico, usted y la fuerza pública que ejecutó su orden, debieron actuar con razonabilidad y proporcionalidad, algo que notoriamente no ocurrió el jueves 20 de febrero. Los medios utilizados para enfrentar una situación de alteración de orden público, sobrepasaron elementales juicios de necesidad. La proporcionalidad no solamente se refiere a objetivos legítimos, sino también, y sobre todo, a intervenciones estrictamente necesarias para remediar la situación.

3. La ponderación de derechos

El ingreso de la fuerza pública a la sede de la Universidad con equipos antiexplosivos, armas de fuego, gases lacrimógenos y objetos contundentes, afectaron indiscriminadamente a todo lo que encontraron a su paso, vale decir, estudiantes, profesores, empleados, visitantes y los indefensos animales que habitan el ecosistema de la ciudadela universitaria. Y qué decir de todo el entorno de la universidad: transeúntes, vecinos, centros hospitalarios, establecimientos de comercio, y otros tantos perjudicados indeterminados.

Una decisión de esta índole, ha debido contemplar los efectos directos sobre otros derechos y bienes superiores como el ambiente. Al tratarse de una decisión que tiene repercusiones ambientales y climáticas, que afecta nuestra salud y el aire que respiramos, y que en nada contribuye en la gestión y reducción de los efectos de la contaminación en el ambiente y en la mitigación de los gases de efecto invernadero; ha debido también contar con la garantía de participación que prevé el artículo 79 de la Constitución frente a las decisiones que puedan afectar el medio ambiente.

El 20 de febrero, el campo educativo de la Universidad de Antioquia se transformó en un campo de batalla, afectando los derechos a la vida, a la salud, a la libertad de enseñanza, a un ambiente sano, entre otros. Y no menos preocupante, la universidad pública resulta así representada como un agente de violencia y, en efecto, transformada en un enemigo que hay que enfrentar con la fuerza.

Fue una acción desmedida que puso en riesgo lo que justamente pretendía el alcalde proteger: la vida, la integridad y la seguridad. Nada más contradictorio e ineficaz en el ejercicio de las funciones públicas. Nada más ineficiente con los recursos públicos. Nada más inconstitucional por desproporcionado. Nada más ilegítimo si de democracia y paz se trata.

4. La necesidad de intensificar la democracia

Señor alcalde, nos preocupa su llamado a una suerte de “civismo autodefensivo”, que en su retórica se compone de “pitos” y “autorregulación”. Nos alarma porque llamados anteriores a “ciudadanías vigilantes” y a mecanismos civiles para “convivir”, resultaron en la promoción y el auspicio de organizaciones para el horror y el dolor, que también padecimos en nuestra Universidad. Además, consideramos que la consagración normativa y la materialización política de protocolos en razón de la protesta deben encaminarse hacia su garantía y no para más de su regulación que existe excesivamente en codificaciones penales y de policía.

Es imperiosa la intensificación de la democracia, esto es, de la participación efectiva de las comunidades que puedan verse afectadas por medios de protesta inoportunos o peligrosos, pero además, y de manera preponderante, de aquellas que se han visto –¡Que nos hemos visto! – afectadas por la actuación desmedida por parte de los organismos de seguridad del Estado.

Por último, una invitación…

El Claustro de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas insiste en la necesidad de que el ejercicio de decisiones administrativas se desarrolle en el marco de los presupuestos del Estado Social y Democrático de Derecho, entre los cuales la garantía del principio de participación de los afectados con la decisiones, tiene un vínculo inescindible con el deber de buena administración, en la medida en que posibilita fortalecer el acervo de elementos de juicio que enriquecerán el criterio decisional.

Lo nuestro es una invitación al diálogo en procura de intensificar la democracia, promover y construir paz(es). A que recuerde su paso por esta que es su Universidad, un territorio que alguna vez lo acogió y al que usted le debe tanto.

Medellín, 26 de febrero de 2020

Claustro de Profesores y Profesoras
Facultad de Derecho y Ciencias Políticas
Universidad de Antioquia



Carta abierta tomada de la página de Facebook de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia

sábado, 25 de mayo de 2019

COMUNICADO DEL CLAUSTRO DE PROFESORES DE LA FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA


Desde que se suscribió el Acuerdo de Paz entre el Estado colombiano y la guerrilla de las FARC-EP, en noviembre del 2016, se ha evidenciado públicamente la persecución masiva y sostenida en contra de las personas que ejercen liderazgos sociales, políticos y de defensa de los Derechos Humanos. En los últimos 2 años y medio esa persecución ha sido tan intensa, que ni siquiera nos hemos puesto de acuerdo sobre su dimensión.

Hoy vemos que esa realidad dolorosa y violenta incursiona en nuestro entorno. Como Claustro de Profesores de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia, rechazamos la amenaza de la que han sido blanco varios estudiantes y organizaciones estudiantiles de nuestra Alma Mater, que lideraron las movilizaciones universitarias en defensa de la educación pública durante el año 2018. 

Creemos que, con ese tipo de acciones, sus perpetradores no solo quieren usar el miedo para inmovilizar a las personas directamente amenazadas, también se dirigen en contra de toda la comunidad universitaria. Esto es una afrenta a nuestro quehacer diario como una academia preocupada por la comprensión y transformación de nuestra sociedad.

Por otro lado, rechazamos la reacción de la Gobernación de Antioquia ante esta situación. Es incomprensible que el estamento de quien preside el Consejo Superior Universitario, en medio de una situación tan delicada, donde se ve afectada la comunidad universitaria en su conjunto, en lugar de condenar de manera categórica las amenazas, haya aludido indistintamente a supuestos shows de streptease, prostitución, ventas informales y comercialización de drogas en las instalaciones de la Universidad.

Proponemos que se tomen medidas de cuidado y acogimiento de las personas directamente amenazadas; que desde la administración de la Universidad se definan protocolos adecuados y caminos institucionales de tratamiento de esas agresiones, sin los visos securitarios y policivos que comúnmente ofrecen las instituciones en estos casos. Esto implica buscar medios que efectivamente garanticen la actividad política y académica de los liderazgos de los distintos estamentos de la Universidad.

Así mismo, rechazamos la normalidad con la cual distintos sectores de la universidad y de la sociedad asumen este tipo de hechos, al punto de que algunos los celebran o que incluso se responsabilice a las personas agredidas por lo que les sucede. No puede seguir ocurriendo que las amenazas, asesinatos y atentados sean las formas de tramitar las diferencias y los desacuerdos. No es normal, no está bien, no estamos de acuerdo.

Instamos a la comunidad universitaria, a las instituciones estatales y a la sociedad a no desistir en la búsqueda de la paz para el país. A diferencia del interés de quienes emiten las amenazas, no podemos ceder al escepticismo y a los nuevos llamados que se hacen para mostrar la violencia como el único camino. Tenemos el convencimiento de que la construcción de la paz es el sendero por el que Colombia debe transitar.

Finalmente, en virtud del pensamiento crítico y el compromiso social que nos caracteriza como profesores reiteramos: la agresión la sufrió la comunidad universitaria, no podemos tolerar amenazas, mucho menos cuando éstas sean motivadas por el ejercicio de derechos.

A la Universidad sí vinimos a cambiar al país… al mundo.

Medellín, 23 de mayo de 2019


(Comunicado tomado de la página de Facebook de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas Universidad de Antioquia)

miércoles, 6 de septiembre de 2017

RECORDANDO A HÉCTOR ABAD


Camila Pérez F.


Héctor A..jpg
Imagen tomada de: http://www.elmalpensante.com/articulo/3326/el_dilema_de_hamlet



“A sus 66 años, Héctor Abad Gómez, no solo era el más representativo defensor de derechos humanos en la región, sino que figuraba como precandidato a la alcaldía de la ciudad. Era médico de profesión, pero lo suyo siempre fue la promoción de la salud pública. Por eso fue secretario de Salud de Antioquia en varias ocasiones, diputado de la Asamblea del departamento, y representante a la Cámara. Escribió cuatro libros, incontables ensayos y, al momento de su muerte, oficiaba como columnista habitual de los periódicos El Mundo de Medellín y El Tiempo de Bogotá.

En uno de los bolsillos de su camisa fueron encontrados dos documentos: una lista de amenazados de muerte entre quienes figuraba él junto a otros abogados, periodistas, defensores de derechos humanos, artistas o funcionarios públicos; y también un poema de Jorge Luis Borges titulado “Epitafio”. Dos décadas después, su hijo, el escritor Héctor Abad Faciolince, publicó el testimonio literario “El olvido que seremos”, en el que rindió culto a la memoria de su padre y de paso retrató lo que significó éste duro momento para el presente y la historia de Antioquia.”
La segunda arremetida. Tomado de: Edición Especial 1987 Antioquia bajo el yugo paramilitar. El Espectador



Epitafios. Jorge Luis Borges
Ya somos el olvido que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres y los que seremos.

Ya somos en la tumba las dos fechas
del principio y el término. La caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los triunfos de la muerte y las endechas.

No soy el insensato que se aferra
al mágico sonido de su nombre;
pienso con esperanza en aquel hombre
que no sabrá quién fui sobre la tierra.

Bajo el indiferente azul del cielo,
esta meditación es un consuelo.

En el bolsillo de Héctor Abad abatido por la eminencia de la violencia, este poema cobra todo el sentido para una memoria que tiene el deber de no olvidar a quienes resistieron lo más doloso de una historia que comenzó a partir de negar la humanidad del “otro”.

Sin duda, la recopilación de relatos en torno a ese momento por el que pasó Medellín, en función de un sentido homenaje a ese mes de agosto del 87, y en general a esa época de profunda violencia paramilitar en el seno de las ciudades más confluidas, me lleva irremediablemente a pensar sobre la posición política de los jóvenes de mi generación, después de todo mucho hemos oído ya sobre las causas, explicaciones, disertaciones, reclamos y de más, sobre lo que pasó en una época de la cual no podemos ingenuamente dejarle toda la culpa al odio a la diferencia, sin contemplar la complejidad de unos tiempos productos de ejercicios de poder económico, social y culturales hegemónicos que han transversalizado toda nuestra historia como pueblo.

Mi preocupación por nuestra postura política parte de una nostalgia de tiempos que aunque fueron realmente agonizantes, donde el hombre perdió su humanidad y se convirtió en objeto de la violencia, paradójicamente también fueron tiempos movidos por la fe en la esperanza y la pasión por la ideas; naturalmente una nostalgia que no cabe a las alturas de estos años donde somos protagonistas nosotros, los hijos que vimos no solo como se caía un muro en Berlín, sino como se derrumbó el último “gran relato” de la historia, de esos que en algún momento en el Siglo XX, unieron a pueblos enteros para resistir tiranías, enfrentar guerras y a derrocar dictadores; nosotros los que ahora estamos tumbados ante la náusea de la historia y a la completa desesperanza por el mundo.

Considero que esta nostalgia partió cualquier día de mañana en el patio de mi casa un domingo, bajo el calor abrazador del valle del Sinú y leyendo los periódicos con sus desilusiones implícitas por este país; o en algún sitio cerca de ese río que lleva en sus aguas también muchas violencias, pero que mirando la tarde tal vez escuche historias de amenazas a mechudos de la universidades públicas en el contexto de los años 70, de la imagen fatídica de los presos políticos, de los atentados a los sindicatos, de las “cartillitas” de Mao Tse Tung contra las de Lennin, de las camisetas con el estampado del Che Guevara que se perdieron huyendo de los bolillos de la policía, de las llamadas atemorizantes a las esposas de los líderes de los sindicatos, de los momentos de temor por perder a los “camaradas”, pero también de las borracheras en las residencias estudiantiles de la Universidad Nacional cuando a alguno de todos esos flacos, les llegaba de su tierra algo de dinero para solventarse tan lejos de la casa, en fin, las memorias de esas luchas contra ese gran Leviatán que no solo representa de un lado a un Estado homicida, sino en sí a una cultura de poder de dominación, una cultura de la “otredad”, una cultura de la negación de la humanidad del más próximo. Creo que en algún momento cualquiera, escuchado esos pasados, creí que a mí también me iba a tocar luchar desde esa misma barricada contra ese enemigo.

Y fueron sueños, íntimos anhelos de vivir la vida apasionadamente, de creer que algún día iba a estar convencida de que la expresión “Revolución o muerte” sería un paradigma ético de actuar para mí, sin embargo, esos nunca fueron mis tiempos; aun así, esa nostalgia no fue palpable sino hasta que pase por la puerta de un gran gigante gris que me dio la bienvenida en una ciudad llena de flores no solo rojas, sino de muchos colores.

Un momento real, donde se siente la inmanencia de la belleza de la vida, la vida aparecida arrojándote a luchar contra ella cada día, no podría describir con palabras precisas lo que es estar delante de una gestora de la historia misma, de tiempos que no me tocaron, de sueños que no soñé, de sangre que no llore, de esperanzas que no me mantuvieron viva; pero esos sueños, esa sangre y esas esperanzas del pasado nunca pesan más que en las manos de quienes deben inmortalizarlas en el presente. Es una irresponsabilidad apenas de cínicos no asumir cargar con esa cruz, que por mucho tiempo nos pesará en un escenario público tan incoherente como el nuestro, pero también nos hará contemplar que la humanidad es algo que nos toca defender a todos.

Hoy, no hace mucho tiempo que llevo conociendo a “El almita” -como de cariño le digo a la Universidad de Antioquia por ser el conflujo de muchas almas que vio crecer y que hoy llevamos en nuestro actuar todos los que cada día nos levantamos para ir a verla, pero sobre todo para sentirla mas cerca de mi espíritu, no solo como un centro académico-; pero cada día aprendo más de su naturaleza intransigente y contestataria aunque cada vez más frágil, agradeciéndole con religiosa devoción la oportunidad de llenar espacios profundamente dogmáticos y positivos con la vida misma, con su alma misma.

Mi papel con El almita, mi papel con la dignidad humana y mi papel frente a la vida y la historia, son preguntas que frecuentemente me atormentan y me deja sin sueño de vez en cuando, por que tal vez considero que la verdadera lucha para que se rompan los paradigmas epistemológicos que están soportando esta locura inhumana, no se puede seguir haciendo desde la barricada de los molotov, las papa bomba, las piedras mal ubicadas y los discursos ideologizantes (por lo menos no toda la lucha), sino que se debe proceder desde la barricada de la profunda, consciente y comprometida reflexión acerca del conocimiento y el lenguaje que nos domina y nos condiciona; sin embargo, nunca me dejaré de preguntar si será que realmente algún día la historia también me absolverá por creer así.

lunes, 12 de junio de 2017

COMUNICADO DEL CLAUSTRO DE PROFESORES


EL CLAUSTRO DE PROFESORES DE LA FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA, quiere hacer públicas algunas consideraciones sobre las últimas medidas tomadas por el Comité Rectoral de la Institución:

   “Nos duele registrar que al interior del Campus Universitario se vienen presentando acciones   
  delictivas que generan peligro para quienes convivimos en este espacio. Se trata de situaciones    provocadas por unos pocos, la mayoría externos a la Universidad, que no pueden continuar y   mucho menos opacar el gran valor de la Institución en sus distintos ámbitos”: Mauricio Alviar.

El Claustro comparte estas preocupaciones pero considera que la respuesta que le ha dado la administración de la Universidad de Antioquia es errática y engendra más problemas de los que pretende resolver, por las siguientes razones:

1. La solución de cualquier problema requiere que se le delimite adecuadamente, se distinga de otros y se le trate diferencialmente. Cuando se mezclan problemas tan antiguos y a su vez, tan diferentes como el tráfico y consumo de estupefacientes, las ventas ambulantes, las rumbas y dos o tres hurtos de reciente ocurrencia, la posible solución se complica innecesariamente, y la credibilidad sobre las decisiones decrece porque se dice que se estaban pensando hace tiempo, pero se justifican en hechos inmediatos. Es decir, hay una incoherencia entre lo que se dice y la forma como se justifica lo que se hace.

2. Por otro lado, se apela a la comunidad universitaria para que se solidarice y colabore con unas decisiones que no se le han compartido, de las cuales se desconoce los diagnósticos en los que se apoya y, además, se toman de una manera completamente vertical e inconsulta. Unas medidas que toman como objeto y no como sujeto a esa comunidad, nacen con un déficit de legitimidad política e institucional insuperable.

3. Tal vez no se encuentra una palabra más equívoca y peligrosa políticamente que la seguridad. Los grandes autoritarismos han florecido al amparo de cualquier solución que ofrezca una fórmula mágica contra el miedo y contra la inseguridad. Y la seguridad es el comodín para reducir todos los problemas a una nebulosa que los hace inaprehensibles, inseparables, y por consiguiente insolubles. Valdría la pena recordar la seguridad nacional, la seguridad ciudadana y para no ir muy lejos, la seguridad democrática.

4. El gran impacto mediático que ha logrado la administración con sus medidas y su justificación, permite recrear una narrativa que, en lugar de defender la Universidad, la presenta ante la opinión pública como un espacio donde se atraca, se trafica, y se realizan todos tipo de ilegalidades e inequidades. Es lamentable que el Rector sea el canal para una imagen tan siniestra de la institución que dirige y que, de contera, sirva para que a todos los integrantes de la comunidad se nos considere parte de ese mundo ilegal y oscuro. A lo mejor es la respuesta que se espera darle al miedo para conjurarlo, pero resulta altamente peligrosa, por lo riesgos que su realización implica.

5. Algunas medidas parecen meramente simbólicas: ¿se resuelven los problemas de la Universidad al entregarle la cédula y permitir que se nos esculquen nuestras pertenencias, a los empleados de una agencia de seguridad privada? ¿Tiene la Universidad la potestad de imponer medidas que van más allá de las leyes?

6. Es una lástima, además, que la autoridad de la Universidad aparezca solo cuando se trata de medidas de este tipo, porque para una gestión eficiente en cualquier campo se requiere legitimidad frente a los destinatarios de las mismas. Le presta un pobre servicio a la legitimidad de las autoridades universitarias, que ellas se tengan que apoyar en las autoridades de policía para avalar sus medidas. El señor Rector con el secretario de gobierno municipal y otras autoridades, decidiendo la suerte de la Universidad, evoca una época en que se ejercía la autoridad con el mero recurso de la fuerza, porque no se ha buscado afincarla en otros procedimientos ni usando otra metodología. En definitiva, una autoridad que se delega en la policía y se ejerce físicamente a través de controles invasivos.

7. Y todo esto resulta paradójico en un momento en el cual el país parece caminar en otra dirección y además la misma Universidad dice estar comprometida con la paz. No quiere el Claustro decir que el problema de la delincuencia y otras incivilidades sean asimilable a los problemas políticos derivados del conflicto armado interno, pero sí pedimos un poco de coherencia en el manejo de los problemas y que no sea la fuerza, que no puede hacer distinciones, la única vía para resolver algunos problemas importantes en la Universidad.

8. Como Claustro estamos comprometidos con la buena marcha de la Universidad y el bienestar de sus integrantes, pero consideramos que esto se puede lograr sólo a partir de unas condiciones mínimas:

    8.1. Que las medidas que nos afectan tengan por lo menos una discusión con los interesados, y que     se apoyen en estudios y diagnósticos, que sean públicamente conocidos.

    8.2. Que las medidas partan del supuesto de que en la Universidad existe una comunidad de sujetos
    capaces, a los que simplemente no se les llame para apoyar y solidarizarse con las medidas que
    unos pocos han tomado, sino que se les informe transparentemente y de una manera tal que ese       
    apoyo no provenga de agentes externos, sino de los órganos competentes de misma.

9. Esperamos en todo caso, que estas decisiones no sean una provocación deliberada para propiciar una reacción que legitime un cierre de la Universidad para reformarla y seguir tomando medidas a espaldas de toda la comunidad universitaria. Como siempre, estamos convencidos que la Universidad que deseamos es una Universidad abierta, deliberante y participativa y no una Universidad en la cual sus decisiones importantes sean fruto del equipo rectoral, que no se toma la molestia de indicar en qué fundamentan sus medidas, en qué diagnósticos se apoyan y con quiénes consultan.

Hacemos estas consideraciones porque estamos interesados en la buena marcha de la Universidad y en el bienestar de los universitarios.

Las medidas que se tomen, además de eficaces, o tal vez para que sean eficaces, tienen que ser oportunas y no lo son cuando desde su anuncio, ya perturban.

Medellín, junio 6 de 2017



* * *

TE INVITAMOS A COMENTAR LIBREMENTE EL TEMA, E IGUALMENTE, A QUE COMPARTAS TU VISIÓN A PARTIR DE LAS SIGUIENTES PREGUNTAS:

¿Qué opinas sobre las preocupaciones que expone el Comité Rectoral en cuanto a la situación que vive la Universidad, y también, sobre las reflexiones públicas del Claustro de Profesores?, ¿Cuál es tu apuesta para la construcción de la Universidad desde el vínculo que tienes con ella?


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miércoles, 28 de octubre de 2015

DE CAMINO AL ALMA MÁTER...




Por: Semillero de Sociología del Derecho y Teorías Jurídicas Críticas


Para muchos esta historia habrá sido 
la puerta de bienvenida, para otros, un intento fallido. ¿A quiénes ha de dirigirse la educación pública?, ¿cómo ha de acoger la Universidad a sus aspirantes?, ¿cómo tener en cuenta sus sueños, sus miedos y sus realidades diversas? Que estos relatos nos aproximen a sus voces y nos den luces para abordar el tema...



Me llamo Mariana, soy una joven de 16 años, dicen que soy simpática, me gusta dibujar y comer chocolates. Ahora está lloviendo, aunque no hace mucho frío. Menos mal alcancé a tomar este bus, los de La Sierra a veces son demorados y no puedo llegar tarde. Miro por la ventana, como de costumbre, y esta vez me estremezco pensando en lo que podría ser, ¿lo lograré? Ayer mi jefe me dio la tarde libre para descansar y llegar hoy con toda la energía necesaria, pero la verdad es que aproveché el tiempo para ayudarles a mis padres a preparar lo de las ventas de hoy, pues debemos recoger el dinero para el pago de los servicios y lo que alcance de mercado. Ahora, mientras ellos van de casa en casa y deambulan por los barrios de Medellín para conseguir un sustento, yo no puedo dejar de repetirme la misma pregunta: ¿qué sucederá conmigo si no paso? No tengo los recursos para estudiar en una institución privada, quizás mi única opción sea el Sena, o lo peor, trabajar y renunciar a mis sueños. Siento miedo.

A pesar del vaivén del bus y el estruendoso sonido del motor, me hago rápidamente consciente de los latidos de mi corazón: siento como si se me quisiera salir del pecho; son tan fuertes que puedo pasarme todo el trayecto contándolos uno por uno. Sin embargo, debo seguir las insistentes recomendaciones de mamá: “mija, nada de nervios porque ellos no van a responder las preguntas por usted”; así que hago lo propio y me repito: Mariana, todo va a salir bien; Mariana, todo va a salir bien; Mariana, todo va a salir bien. De esta manera logro irle un pasito adelante a mis nervios.

El bus frena sorpresivamente y recoge a algunas personas, entre las cuales está una muchacha que estudia en la Universidad de Antioquia y me daba las clases en el preuniversitario popular los fines de semana, entonces se me devuelve la esperanza cuando me ve y me regala una sonrisa. Fue ella quien me dio ánimos para creer en mis posibilidades de pasar el examen de admisión, pero también me dejó claro que el éxito no estaría en ser una competidora fuerte, en ser la “# 1”. Entendí que la mayor injusticia de la educación era hacernos creer que unos son capaces y los demás no, como si unos fueran menos personas que no merecen crecer y soñar.

Al llegar al paradero del Centro, me preparo para coger el otro bus que me llevará hasta la universidad, el “Alma Mater”. Recuerdo perfectamente que sólo debo ir hasta la próxima cuadra e identificar que el tablero del bus diga clarito: UdeA. Al subir al bus veo muchas caras como la mía, me identifico con esos rostros ansiosos, ávidos de responder preguntas en las que casi que te juegas la vida. Me siento y vuelven a mí pensamientos que en los últimos días me han rondado la cabeza; si en el primer trayecto pensaba en lo que podría ser, en este momento vuelven preocupaciones sobre lo que pudo ser y no fue: ¿y si hubiese estudiado más español que matemáticas?, ¿y si no hubiese tenido que escoger entre una de las dos?, ¿y si hubiese estudiado más y trabajado menos?



Me bajo en la Universidad y en la entrada me pasan un boletín que dice que se estrenará un nuevo tipo de examen con algo que llaman “componente específico”; ¡¿qué será eso?! No tengo ni la menor idea. Sigo caminando y no puedo evitar la emoción, pensar que podría ser parte de esta Universidad tan bonita, tan grande… incomparable con mi colegio tan pequeñito y humilde, eso sí, igual de acogedor. 

Al fin llego al bloque que me corresponde. ¡Me lo aprendí de memoria! Bloque 14, aula 220, silla 14089. El pasillo se llena con prisa y ya no aguanto los nervios. Me siento insegura y vuelve a atormentarme el “y si”. Si a mis profesores les hubiesen pagado su sueldo a tiempo y no les hubiesen empeorado el servicio de salud, ellos no habrían tenido que protestar en la plaza pública y parar las clases, entonces tendría más conocimientos de comprensión lectora y razonamiento lógico. Al contrario de eso, mis últimos recuerdos son unos salones vacíos en los que añoraba ocupar uno de los pupitres y aprender, compartir, entender la vida, mas la soledad me dejaba la mente llena de incógnitas. 

Observaba la puerta, faltaban escasos minutos para que la espera terminara. En ese momento llega una mujer, saca unas llaves de su bolsillo, y entonces la abre…


* * *


Desprendo mi cuerpo de la pared en la que había permanecido recostado por varios minutos frente al salón, entonces me doy cuenta de que las piernas me tiemblan del susto, y pienso: ¡uy qué es esto! Sin embargo, me entro para el salón a buscar la silla que tuviera ese número, la del 24875; es cuando me imagino que de pronto iban a llamar a lista, pero pasan es pidiendo el documento de identidad. Yo con él ya preparadito miro mi foto ahí y leo el nombre: Fredy Bailarín Casamá; se me encharcan los ojos, me acuerdo de mi familia allá en el resguardo y la confianza que han depositado en mí para presentarme a esta Universidad, me acuerdo de mis hermanos y hermanas que me ven como su mejor ejemplo a seguir, su esperanza de vida. Soy el mayor de todos y trato de divertirlos y enseñarles las labores de la tierra y lo importante que es para nosotros, nuestra madre que nos lo da todo.

Tengo el lápiz en mi mano derecha y como que se me olvida todo lo que había estudiado. Después reparten el examen y empiezo a sudar por todos lados. Me pongo a leer las preguntas de comprensión lectora y me preocupo porque las letras se me confunden y a veces no entiendo de lo que me están hablando. Paso a razonamiento lógico y dejo de sufrir, ¡eso sí es lo mío!, ¡qué pasatiempo tan divertido! Ahora sólo me falta la última parte, que es el “componente específico”, vamos a ver qué es esto… ¡ahora sí me dejaron confundido! Esta es mi oportunidad, tengo que concentrarme, a ver, si respondo bien voy a venir a vivir a esta ciudad que es tan grande y valdrá la pena, si no lo logro, mis sueños y los sueños de quienes me apoyan en la comunidad se desvanecerán. Somos pocos los que tenemos la oportunidad de asistir a una universidad. Siento miedo.

Bueno, leo la pregunta despacio para tratar de entenderla:


En la época de La Violencia en Colombia, miembros de los partidos liberal y conservador se enfrentaron, dejando una gran cantidad de víctimas y sangre por doquier, sin calcular los costos políticos, económicos y sociales que estos enfrentamientos conllevarían. La intensificación de los odios de quienes veían en el pensamiento diferente a un enemigo que se debía eliminar, dejó para nuestra historia una multiplicidad de episodios trágicos que no se podrán borrar de la memoria. Sin embargo, estudios de los últimos años han demostrado que las nuevas generaciones de jóvenes son poco cercanos a estos hechos que marcaron el rumbo de la nación; los expertos afirman que la lectura de un contexto que olvida sus raíces tiene un efecto perverso para las sociedades que tratan de sanar heridas. 

Podemos decir que el autor del texto anterior es crítico de la realidad social colombiana porque…


No entiendo, ¿qué es eso de partidos liberal y conservador?, y ,¿por qué habla de la violencia como si fuera algo vivido en años pasados en el país cuando a mi comunidad indígena le ha tocado luchar con ella desde antes de que yo naciera y todavía seguimos en lo mismo? Violencia la hemos vivido por los grupos armados que han pasado por mi pueblo, por la construcción de esa represa y por la idea de esas empresas extranjeras y del gobierno de hacer minería, que prometen mucho pero lo único que han conseguido es que dejemos nuestros asentamientos varias veces, que nuestra gente abandone sus territorios y salga desplazada hacia la ciudad a vivir en condiciones lamentables, que se sequen nuestros ríos, que se olviden nuestras costumbres con la llegada de trabajadores que vienen de otras partes, que se viole a las mujeres de mi comunidad.... Violencia hemos vivido con las mentiras que dice el gobierno de nosotros, cuando nos tratan de ignorantes, cuando nos discriminan por ser quienes somos, cuando dicen que somos guerrilleros si salimos a protestar para defender nuestra madre tierra, cuando le dicen a uno “mucho indio, se le nota que viene de monte”. Todo eso es violencia y ¡eso es lo que no se puede borrar de la memoria! 

No comprendo, ¿qué tiene que ver esto con trabajo social? Trabajo social para mí es dedicarme a mi comunidad, defender el territorio de tantas amenazas, proteger nuestras tradiciones y compartir con ancianos, mujeres, niños, jóvenes, con todos, para construir una nueva realidad juntos, nuestro sueño. Sigo leyendo las preguntas, los minutos corren, me preocupa no terminar a tiempo y no responder correctamente ¡Hay muchas cosas que no sé, nunca me las enseñaron! En una de las páginas está la imagen de un computador, esos son lejanos para mí, no sé muy bien cómo se manejan. Me quedo mirando la pantalla que se muestra, ¿qué será lo que significan esas imágenes?...

* * *


Con mi mirada fija en esa pantalla no puedo pensar en nada diferente a mi futuro, lo que allí se muestre será definitivo; se me cruzan ideas de todo tipo, me tiemblan las manos y en la sala de internet, como cosa rara, todos me miran, ¡qué nervios! Ya hace días que presenté ese examen de la Universidad, lo más difícil fue razonamiento lógico y ni hablar del “componente específico”. Vamos a ver… ¡Ay, este computador se dañó o qué! Por qué cuando uno más los necesita se vuelven tan lentos. Ya no puedo esperar más para ver el resultado: ¿pasé o no pasé?...

Bueno, se va cargando la página de la Universidad y ahora pienso en el pasado, en lo duro que ha sido todo esto, no me compadezco de mí, pero sí que ha sido difícil mi paso por esta vida. Sentirme diferente, completamente sola y sin que los demás reconozcan mi identidad por mucho tiempo; ser juzgada, señalada, maltratada por querer dejar de ser Daniel, vestirme y comportarme como él, para ser lo que siempre quise: Alexandra, una mujer, sí, una mujer fuerte, llena de sueños y deseos por cumplir. ¡Por Dios! ¿Será… que tomé la decisión correcta?, ¿será que presentarme a la Universidad fue una buena idea? Siento miedo.

Otra vez salir de mi casa y tener que enfrentar esa desagradable sensación cuando todas las personas me señalan, murmuran e insultan, como si fuera un bicho raro por mis preferencias sexuales, como si fuera anormal, como si hubiera cometido un delito por haber decidido ser feliz en coherencia con quien siempre he sido y con lo que he sentido, por ser quien soy realmente. Pero, bueno, creo que finalmente es lo que debo hacer, no tengo por qué esconderme más, los maltratos en el colegio de mi ciudad natal, allá en el Pacífico, me hicieron irme y me llevaron a ocultarme, al encierro, pero ya no quiero más eso, ya me cansé, tengo derecho a construir mi futuro, a salir al mundo y realizar mis sueños. 

La dueña de la sala me dice que ya van a cerrar, yo le pido otros cinco minutos, si no me entero del resultado, fijo no duermo esta noche. Afortunadamente ella es tan amable que me da un tiempito más y hasta me hace recordar a una compañera del centro de validación en el que terminé mi bachillerato, igual de dulce y paciente, aunque no puedo negar que fue ella quien me hizo temer para presentarme, pues me contaba que pasar a la Universidad era casi que imposible por la cantidad de gente que hacía el examen, que no había casi cupos para los pobres y que sólo pasaban quienes habían podido estudiar mucho y aprender un montón de cosas. Ante sus propios miedos, ella decidió matricularse en un curso preuniversitario: eso le daba más seguridad, yo también quería, pero no me alcanzaba la plata, entonces estudié por mi cuenta. 

Cierro los ojos por un momento y respiro profundo, pienso en lo que elegí: trabajo social ¿Esa si fue la mejor decisión?, ¿podré con estos estudios ayudar a mejorar las condiciones de vida de quienes se encuentran en mi misma situación?, ¿como a mis ex compañeros de colegio que tuvieron que salir como yo por tantos maltratos? Pensé que esa prueba específica podría ayudarme a disipar todas estas dudas, pero ¡qué va!, ni que saber sobre geografía o historia pudieran definir todas las capacidades y los potenciales que como persona tengo por explorar y desarrollar. 


Otra vez estas dudas, otra vez mis miedos. ¿Y si paso y luego no puedo mantenerme?, ¿qué será de mí si no me alcanza para comprar los libros y sacar fotocopias?, ¿pedirán mucho material?, ¡y los pasajes! No estoy muy segura de… Ya cargó la página, veamos, ingresar el número de documento, esperar a que cargue otra vez y… Ahí, frente a mis ojos, EL RESULTADO. Sin lugar a dudas, se está definiendo el resto de mi vida, la posibilidad de adquirir mayores fortalezas para la defensa de mis derechos, la posibilidad de luchar mejor contra los atropellos en el trabajo y en los colegios, algunos de los lugares en los que sufrimos muchos por no ser como la mayoría; todo mi futuro dependiendo de un puntaje que nunca podré olvidar.


Relato crítico para pensar nuestra educación universitaria


Ilustraciones de ELENI KARLOKOTI