Mostrando las entradas con la etiqueta Universidad Pública. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Universidad Pública. Mostrar todas las entradas

jueves, 27 de febrero de 2020

CARTA ABIERTA AL ALCALDE DE MEDELLÍN DANIEL QUINTERO CALLE: ¡LA UNIVERSIDAD NO ES UN CAMPO DE BATALLA!


El pasado jueves 20 de febrero Usted, señor alcalde de Medellín, puso en ejecución el llamado “Protocolo de Reacción Contra Explosivos en Universidades”, comunicado público en el cual consta una decisión sui generis, justificada en hechos eventuales y que fue conocida por la ciudadanía de manera informal –a través de twitter– y no por los medios de publicidad oficiales definidos por la ley para los actos de las autoridades municipales y con tal trascendencia social. A través de este protocolo usted autorizó la entrada del ESMAD a los predios de la Universidad de Antioquia, con el pretexto de prohibir el uso de explosivos en su interior por parte de los encapuchados.

Como Claustro de Profesores y Profesoras de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia, manifestamos que siempre hemos abogado por un tratamiento diferente –no violento– a los conflictos sociales y políticos, y hemos celebrado cuando las iniciativas gubernamentales van encaminadas a la construcción de paz. Por tal motivo, nos parece contradictorio y contraproducente tratar de controlar una forma de protesta calificada como violenta, con el ejercicio de más violencia al interior de la Universidad, por demás desproporcionada y sin ponderación alguna de los derechos en juego.

Las instituciones de educación superior, y de manera específica las que se mantienen públicas, han sido escenarios de disputa de distintos actores, como una manifestación de los conflictos históricos que ha vivido nuestro país durante décadas. La experiencia nos ha enseñado que los proyectiles lacrimógenos y los “bolillazos” indiscriminados, entre otras formas de control, nunca han solucionado nada, al contrario, ha atizado el escalamiento de las rabias, desencuentros y enfrentamientos que nos obstinamos en superar.

Al respecto, señalamos algunos aspectos relacionados con la acción de la fuerza pública en el hecho señalado, así como su actuación en calidad de alcalde de la ciudad, invitando con ello a encontrar de manera dialógica modos de avanzar hacia la superación de los diversos y complejos conflictos que nos atañen, siempre en el marco de una sociedad democrática.

1. Las garantías procesales y el estatuto jurídico de los bienes universitarios

Llama la atención del Claustro el supino olvido de garantías básicas para actuaciones como las del jueves 20 de febrero, en este sentido, que se haya autorizado el ingreso a la sede universitaria del ESMAD sin haber obtenido previamente una autorización judicial. Los días en que se podía ingresar sin dicha formalidad sustancial, que es una materialización del Estado de Derecho, se superaron hace casi tres décadas con la expedición de la Constitución Política de 1991.

La razón es muy sencilla: el predio universitario es un domicilio, perteneciente a una persona jurídica de derecho público, que también ostenta la protección que le dispensa el artículo 28 de la Constitución al domicilio de cualquier persona, para proteger la intimidad y el conjunto de las libertades que allí se ejercen, entre ellas la libertad de expresión, cátedra, investigación y asociación, entre muchas otras que se condensan en la garantía institucional de la autonomía universitaria.

2. Razonabilidad, necesariedad y proporcionalidad

Si usted consideraba que se presentaba una situación de imperiosa necesidad de intervención en la sede de la Universidad, lo que sólo puede verificarse a partir de una situación excepcional, imperiosa y concreta –no general como lo previó en su Protocolo–, debió emitir un acto administrativo de contenido particular, debidamente motivado, en el que constaran los hechos graves que estaban ocurriendo en dicha fecha en la sede específica de la Universidad de Antioquia, el deber ineludible de actuar y la exhibición de las medidas concretas que adoptaba para remediarlas, con la justificación explícita y el análisis ponderado de las razones por las cuales dichas medidas en el caso concreto no solo eran legítimas sino las más idóneas para conjurar la situación que en aquel momento se presentaba en la Universidad.

Aun si esa actuación estaba justificada en el orden jurídico, usted y la fuerza pública que ejecutó su orden, debieron actuar con razonabilidad y proporcionalidad, algo que notoriamente no ocurrió el jueves 20 de febrero. Los medios utilizados para enfrentar una situación de alteración de orden público, sobrepasaron elementales juicios de necesidad. La proporcionalidad no solamente se refiere a objetivos legítimos, sino también, y sobre todo, a intervenciones estrictamente necesarias para remediar la situación.

3. La ponderación de derechos

El ingreso de la fuerza pública a la sede de la Universidad con equipos antiexplosivos, armas de fuego, gases lacrimógenos y objetos contundentes, afectaron indiscriminadamente a todo lo que encontraron a su paso, vale decir, estudiantes, profesores, empleados, visitantes y los indefensos animales que habitan el ecosistema de la ciudadela universitaria. Y qué decir de todo el entorno de la universidad: transeúntes, vecinos, centros hospitalarios, establecimientos de comercio, y otros tantos perjudicados indeterminados.

Una decisión de esta índole, ha debido contemplar los efectos directos sobre otros derechos y bienes superiores como el ambiente. Al tratarse de una decisión que tiene repercusiones ambientales y climáticas, que afecta nuestra salud y el aire que respiramos, y que en nada contribuye en la gestión y reducción de los efectos de la contaminación en el ambiente y en la mitigación de los gases de efecto invernadero; ha debido también contar con la garantía de participación que prevé el artículo 79 de la Constitución frente a las decisiones que puedan afectar el medio ambiente.

El 20 de febrero, el campo educativo de la Universidad de Antioquia se transformó en un campo de batalla, afectando los derechos a la vida, a la salud, a la libertad de enseñanza, a un ambiente sano, entre otros. Y no menos preocupante, la universidad pública resulta así representada como un agente de violencia y, en efecto, transformada en un enemigo que hay que enfrentar con la fuerza.

Fue una acción desmedida que puso en riesgo lo que justamente pretendía el alcalde proteger: la vida, la integridad y la seguridad. Nada más contradictorio e ineficaz en el ejercicio de las funciones públicas. Nada más ineficiente con los recursos públicos. Nada más inconstitucional por desproporcionado. Nada más ilegítimo si de democracia y paz se trata.

4. La necesidad de intensificar la democracia

Señor alcalde, nos preocupa su llamado a una suerte de “civismo autodefensivo”, que en su retórica se compone de “pitos” y “autorregulación”. Nos alarma porque llamados anteriores a “ciudadanías vigilantes” y a mecanismos civiles para “convivir”, resultaron en la promoción y el auspicio de organizaciones para el horror y el dolor, que también padecimos en nuestra Universidad. Además, consideramos que la consagración normativa y la materialización política de protocolos en razón de la protesta deben encaminarse hacia su garantía y no para más de su regulación que existe excesivamente en codificaciones penales y de policía.

Es imperiosa la intensificación de la democracia, esto es, de la participación efectiva de las comunidades que puedan verse afectadas por medios de protesta inoportunos o peligrosos, pero además, y de manera preponderante, de aquellas que se han visto –¡Que nos hemos visto! – afectadas por la actuación desmedida por parte de los organismos de seguridad del Estado.

Por último, una invitación…

El Claustro de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas insiste en la necesidad de que el ejercicio de decisiones administrativas se desarrolle en el marco de los presupuestos del Estado Social y Democrático de Derecho, entre los cuales la garantía del principio de participación de los afectados con la decisiones, tiene un vínculo inescindible con el deber de buena administración, en la medida en que posibilita fortalecer el acervo de elementos de juicio que enriquecerán el criterio decisional.

Lo nuestro es una invitación al diálogo en procura de intensificar la democracia, promover y construir paz(es). A que recuerde su paso por esta que es su Universidad, un territorio que alguna vez lo acogió y al que usted le debe tanto.

Medellín, 26 de febrero de 2020

Claustro de Profesores y Profesoras
Facultad de Derecho y Ciencias Políticas
Universidad de Antioquia



Carta abierta tomada de la página de Facebook de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia

lunes, 12 de junio de 2017

COMUNICADO DEL CLAUSTRO DE PROFESORES


EL CLAUSTRO DE PROFESORES DE LA FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA, quiere hacer públicas algunas consideraciones sobre las últimas medidas tomadas por el Comité Rectoral de la Institución:

   “Nos duele registrar que al interior del Campus Universitario se vienen presentando acciones   
  delictivas que generan peligro para quienes convivimos en este espacio. Se trata de situaciones    provocadas por unos pocos, la mayoría externos a la Universidad, que no pueden continuar y   mucho menos opacar el gran valor de la Institución en sus distintos ámbitos”: Mauricio Alviar.

El Claustro comparte estas preocupaciones pero considera que la respuesta que le ha dado la administración de la Universidad de Antioquia es errática y engendra más problemas de los que pretende resolver, por las siguientes razones:

1. La solución de cualquier problema requiere que se le delimite adecuadamente, se distinga de otros y se le trate diferencialmente. Cuando se mezclan problemas tan antiguos y a su vez, tan diferentes como el tráfico y consumo de estupefacientes, las ventas ambulantes, las rumbas y dos o tres hurtos de reciente ocurrencia, la posible solución se complica innecesariamente, y la credibilidad sobre las decisiones decrece porque se dice que se estaban pensando hace tiempo, pero se justifican en hechos inmediatos. Es decir, hay una incoherencia entre lo que se dice y la forma como se justifica lo que se hace.

2. Por otro lado, se apela a la comunidad universitaria para que se solidarice y colabore con unas decisiones que no se le han compartido, de las cuales se desconoce los diagnósticos en los que se apoya y, además, se toman de una manera completamente vertical e inconsulta. Unas medidas que toman como objeto y no como sujeto a esa comunidad, nacen con un déficit de legitimidad política e institucional insuperable.

3. Tal vez no se encuentra una palabra más equívoca y peligrosa políticamente que la seguridad. Los grandes autoritarismos han florecido al amparo de cualquier solución que ofrezca una fórmula mágica contra el miedo y contra la inseguridad. Y la seguridad es el comodín para reducir todos los problemas a una nebulosa que los hace inaprehensibles, inseparables, y por consiguiente insolubles. Valdría la pena recordar la seguridad nacional, la seguridad ciudadana y para no ir muy lejos, la seguridad democrática.

4. El gran impacto mediático que ha logrado la administración con sus medidas y su justificación, permite recrear una narrativa que, en lugar de defender la Universidad, la presenta ante la opinión pública como un espacio donde se atraca, se trafica, y se realizan todos tipo de ilegalidades e inequidades. Es lamentable que el Rector sea el canal para una imagen tan siniestra de la institución que dirige y que, de contera, sirva para que a todos los integrantes de la comunidad se nos considere parte de ese mundo ilegal y oscuro. A lo mejor es la respuesta que se espera darle al miedo para conjurarlo, pero resulta altamente peligrosa, por lo riesgos que su realización implica.

5. Algunas medidas parecen meramente simbólicas: ¿se resuelven los problemas de la Universidad al entregarle la cédula y permitir que se nos esculquen nuestras pertenencias, a los empleados de una agencia de seguridad privada? ¿Tiene la Universidad la potestad de imponer medidas que van más allá de las leyes?

6. Es una lástima, además, que la autoridad de la Universidad aparezca solo cuando se trata de medidas de este tipo, porque para una gestión eficiente en cualquier campo se requiere legitimidad frente a los destinatarios de las mismas. Le presta un pobre servicio a la legitimidad de las autoridades universitarias, que ellas se tengan que apoyar en las autoridades de policía para avalar sus medidas. El señor Rector con el secretario de gobierno municipal y otras autoridades, decidiendo la suerte de la Universidad, evoca una época en que se ejercía la autoridad con el mero recurso de la fuerza, porque no se ha buscado afincarla en otros procedimientos ni usando otra metodología. En definitiva, una autoridad que se delega en la policía y se ejerce físicamente a través de controles invasivos.

7. Y todo esto resulta paradójico en un momento en el cual el país parece caminar en otra dirección y además la misma Universidad dice estar comprometida con la paz. No quiere el Claustro decir que el problema de la delincuencia y otras incivilidades sean asimilable a los problemas políticos derivados del conflicto armado interno, pero sí pedimos un poco de coherencia en el manejo de los problemas y que no sea la fuerza, que no puede hacer distinciones, la única vía para resolver algunos problemas importantes en la Universidad.

8. Como Claustro estamos comprometidos con la buena marcha de la Universidad y el bienestar de sus integrantes, pero consideramos que esto se puede lograr sólo a partir de unas condiciones mínimas:

    8.1. Que las medidas que nos afectan tengan por lo menos una discusión con los interesados, y que     se apoyen en estudios y diagnósticos, que sean públicamente conocidos.

    8.2. Que las medidas partan del supuesto de que en la Universidad existe una comunidad de sujetos
    capaces, a los que simplemente no se les llame para apoyar y solidarizarse con las medidas que
    unos pocos han tomado, sino que se les informe transparentemente y de una manera tal que ese       
    apoyo no provenga de agentes externos, sino de los órganos competentes de misma.

9. Esperamos en todo caso, que estas decisiones no sean una provocación deliberada para propiciar una reacción que legitime un cierre de la Universidad para reformarla y seguir tomando medidas a espaldas de toda la comunidad universitaria. Como siempre, estamos convencidos que la Universidad que deseamos es una Universidad abierta, deliberante y participativa y no una Universidad en la cual sus decisiones importantes sean fruto del equipo rectoral, que no se toma la molestia de indicar en qué fundamentan sus medidas, en qué diagnósticos se apoyan y con quiénes consultan.

Hacemos estas consideraciones porque estamos interesados en la buena marcha de la Universidad y en el bienestar de los universitarios.

Las medidas que se tomen, además de eficaces, o tal vez para que sean eficaces, tienen que ser oportunas y no lo son cuando desde su anuncio, ya perturban.

Medellín, junio 6 de 2017



* * *

TE INVITAMOS A COMENTAR LIBREMENTE EL TEMA, E IGUALMENTE, A QUE COMPARTAS TU VISIÓN A PARTIR DE LAS SIGUIENTES PREGUNTAS:

¿Qué opinas sobre las preocupaciones que expone el Comité Rectoral en cuanto a la situación que vive la Universidad, y también, sobre las reflexiones públicas del Claustro de Profesores?, ¿Cuál es tu apuesta para la construcción de la Universidad desde el vínculo que tienes con ella?


SI QUIERES COMPARTIR TUS OPINIONES SOBRE OTROS TEMAS QUE HEMOS TRATADO, DA CLICK AQUÍ Y ¡ACCEDERÁS A LA SECCIÓN EXPRÉSATE!

lunes, 13 de mayo de 2013

PONENCIA PRESENTADA EN EL ENCUENTRO DE SEMILLEROS DE LA FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA - DICIEMBRE DE 2012




¿NOS EDUCAMOS EN DERECHO CON ESPÍRITU CRÍTICO Y COMPROMISO SOCIAL?


Buenos días a todas y todos, la presente ponencia es la construcción de un mancomunado esfuerzo de los diferentes miembros del Semillero de Sociología Jurídica y Teorías Críticas. A todos ellos un inmenso agradecimiento por su dedicación y empeño en sacar avante este proyecto, y por lo mismo, es conveniente expresar que quien dice la ponencia pudo haber sido cualquiera.


Nosotros, en representación de dicho semillero, queremos contarles la grandiosa experiencia que ha sido para todos participar en la edificación de este espacio de aprendizaje, basado en el diálogo y en la confianza de que cada uno tiene un potencial creativo e intelectivo; deseamos comentarles además algunas de las preguntas que en este espacio nos han surgido –preguntas que en general, pasando desapercibidas, aparentan estar resueltas para estudiantes y profesores, pero que en últimas, fundamenta y determina cualquier relación posible entre Individuo-sociedad-conocimiento- y las reflexiones que las mismas nos han suscitado.


A pesar del marcado carácter social que debe tener la universidad pública, esto es, un proyecto para la formación integral de los individuos, donde el cultivo del saber y la investigación deben estar encaminados hacia el beneficio de las capas más vulnerables del entramado social, es notorio que los espacios que promueven los que consideramos los objetivos primordiales de dicha institución se destacan por su ausencia. Particularmente, el caso de una Facultad de Derecho y Ciencias Políticas que promulga el pensamiento crítico y el compromiso social, pero donde sobreviven las rígidas jerarquías que hacen que esta postura se vea diluida y, correspondientemente, donde las ciegas y por tanto limitadas miradas a la materia hacen de aquél compromiso un objetivo bastante difuso. Es por ello que consideramos imperativo fortalecer los espacios que contravengan el statu quo y promuevan nuevas formas de relacionarse con el conocimiento, que estén más cerca de las consignas propias de la universidad pública. Es en este cuadro donde se enmarca el curso-semillero de Sociología del Derecho y Teorías Jurídicas Críticas, que estimamos es una puerta abierta a un universo de posibilidades transformadoras partiendo de perspectivas descentralizadas, no tradicionales y por sobre todo críticas.


Así pues, este semillero es, si se quiere, un ámbito de encuentro de inquietos por el acontecer social, cultural y jurídico, personas que a través del mismo, pueden converger en caminos alternativos para el ejercicio de la profesión jurídica, opciones que desbordan lo meramente técnico para trascender a nuevos espacios de construcción social.


Justamente desde este espacio pretendemos compartir con ustedes una reflexión que gira en torno a los siguientes interrogantes: i) ¿qué tiene de particular este espacio en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas­?, ii) ¿cuál es la importancia de asumir una postura crítica en el estudio del derecho? y iii) ¿cuáles son las bases teóricas de nuestra propuesta crítica?



I. ¿Qué tiene de particular este espacio en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas?


Cuando llegamos al semillero, fuéramos estudiantes, egresados o profesores, asumíamos nuestras posiciones sin responder todavía a una serie de interrogantes: ¿Para qué aprendemos derecho? ¿Cómo aprendemos derecho? ¿Por qué aprendemos derecho? ¿Es posible siquiera aprender el derecho? ¿Cuál es el papel de los abogados en el estado de cosas actuales? ¿Es el derecho un instrumento de “guerra”?... preguntas que inevitablemente nos hacen reflexionar sobre nuestras prácticas, estudios y cátedras; lo que fue certeza hasta ese momento, se convirtió en duda, en preguntas; confrontándonos en todo momento por esa multiplicidad de seres, pasiones, concepciones, posiciones y sueños que somos; confrontando a ese ser que en palabras de Freire es “histórico” porque hereda y recibe, ese “ser cultural” porque “crea y recrea”.


En el semillero convertimos las certezas en dudas, nos hemos ido transformando de agentes irreflexivos a intelectuales orgánicos, lo cual nos hace cuestionar todo el tiempo y discutir. Son precisamente las discusiones las que nos generan nuevas preguntas, y por tanto favorecen la curiosidad, y es justamente la curiosidad el combustible indispensable para la producción del conocimiento, tal como lo afirma Freire.



Se esfuma el binomio. Para una relación posible entre individuo-sociedad y conocimiento.


Es común para nosotros encontrarnos con las palabras “profesor” y “estudiante”, e inmanente a ellas una jerarquía intelectual, una relación de superior-inferior; en el semillero hemos hecho posible la transformación de ese binomio, donde los protagonistas somos los propios estudiantes, ¿por qué? Porque todos lo somos y reconocemos que estamos en un aprendizaje constante, de esta forma nos comprometemos a preparar las lecturas u otro material de apoyo, aportar a la discusión sugerida por el orientador mediante una serie de interrogantes, y se nos brinda espacio para que cada uno explore temas de interés propio. Consecuencia de esta metodología, es que no se nos dice en qué creer, pero sí se nos suministran herramientas para gozar de una visión y un pensamiento más libre, nos estimula a reflexionar, a resquebrajar y disociar los dogmas impuestos para “pensar el mundo en vez de ser pensado por él, de desmontar y comprender sus engranajes y, por tanto, la posibilidad de reapropiárnoslo tanto intelectual como materialmente”, en decir de Loic Wacquant.


El semillero es un espacio que no circunscribe sus contenidos a estudiantes de derecho. Para nosotros es sumamente enriquecedor contar con la presencia de diversidad de sujetos como egresados, docentes y estudiantes de sociología, antropología, filosofía; lo cual, trasladando la idea de Sousa Santos, contribuye con una “traducción de saberes”, o sea, reconocer el carácter incompleto del derecho y así poder entablar diálogos epistémicos con las demás disciplinas; de este modo la pluralidad de campos del conocimiento y sujetos nos facilita contemplar otros puntos de vista, desde la propia experiencia y percepciones de estos.



¿Cómo son tratados los contenidos?


Los temas que se nos proponen y proponemos en el semillero deben estar en constante comunicación con nuestro entorno, ya sea este el universitario, regional o nacional, para hacer de ellos análisis críticos dentro de contextos y no tomar los temas aisladamente; como fruto, formulamos apreciaciones que reten al derecho y a nosotros mismos desde un plano real.


Gracias a los contenidos del semillero nos surgen preguntas que acompañan cada temática, que están ahí cuestionándonos como estudiantes, egresados, docentes, por ejemplo, ¿concebimos el derecho como una institución estatal o cómo una práctica cultural que reconoce culturas jurídicas diferentes a la hegemónica occidental? ¿Es el derecho una herramienta de autonomía o un instrumento de dominación? ¿El derecho debe cuestionar sus prácticas discriminatorias y reflexionar sobre sus prácticas de castigo? ¿Perpetuamos postulados, o por el contrario, somos quienes amoldamos el sistema jurídico para que se adecúe a nuestro contexto? ¿Puede ser el derecho usado de manera alternativa, para interpretarlo a favor de las clases históricamente discriminadas? ¿Por qué estudiamos derecho? ¿Puede ser el derecho una herramienta de emancipación?


Cuando bombardeamos a preguntas nuestros contenidos estos van enrutándonos a posibles respuestas, nos retan a asumirnos de una forma diferente siempre de cara a la sociedad, de cara a las necesidades latinoamericanas.



II. ¿Cuál es la importancia de asumir una postura crítica en el estudio del derecho?


Creemos que la importancia de dudar e interrogar las propias certezas ha sido toda una lección histórica que ya se encontraba, por ejemplo, en la duda metódica cartesiana o en la mayéutica socrática. El semillero de Sociología del Derecho y Teorías Jurídicas Criticas, entiende que aquel presupuesto epistemológico debe atravesar cada rincón de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas.


No entendemos la crítica como una simple desacreditación de una u otra teoría jurídica, no pretendemos tampoco expresar contradicciones con uno u otro autor. Vemos la crítica como un punto de partida que nos ubica como sujetos cognoscentes en una perspectiva radicalmente diferente, sobre todo en lo pedagógico y en lo epistemológico, a aquella que ofrece el conocimiento como ejercicio de un automatismo acrítico.



¿Por qué la necesidad de una postura crítica?


Quizás muchos de ustedes al ingresar a una facultad de derecho aspiraron defender algunos ideales de justicia en favor de los más vulnerables, o convertirse en escuderos de los derechos de los débiles o agentes de cambio social, tal vez. Todas son pretensiones que compartimos y promovemos, pero son propósitos que a menudo pierden protagonismo cuando se ven diluidas en los claustros del formalismo jurídico a los que nos vemos enfrentados a lo largo de la carrera. Espacios como el semillero nos hacen recordar las razones por las cuales alguna vez quisimos convertirnos en abogados.


Sin embargo, como estudiantes de derecho nos damos cuenta que el derecho, tal y como nos lo presentan, no responde a dichos ideales, y por el contrario, puede convertirnos en reproductores de injusticias haciéndonos agentes al servicio de los valores hegemónicos y de las clases dominantes. Consideramos imperativo reconocer al derecho como un concepto en construcción donde nosotros los futuros abogados jugamos un papel activo. Es por ello que debemos oponernos a sus prácticas discriminatorias y propender por interpretar el derecho en favor de aquellos que han sido históricamente marginados. Existen formas alternativas que se oponen a las tradicionales y sesgadas maneras de entender el derecho y son aquellas las que buscamos reivindicar.


El derecho debe leerse en el contexto latinoamericano, considerando nuestras particularidades culturales, sociales e históricas y dejar una mentalidad eurocéntrica que en nada representa nuestras necesidades. No sólo se trata del derecho estatal sino que se debe reconocer que es una práctica cultural, por lo que se deben admitir culturas jurídicas diferentes a la hegemónica occidental.


Es esta la importancia que creemos tiene el asumir una postura crítica frente al derecho, una manera de profundizar en las reflexiones que giran en torno a la relación de derecho y sociedad, e igualmente encontrar nuevas formas de construir y aprehender un conocimiento social que responda a nuestra realidad latinoamericana. Somos conscientes de que el semillero es solamente una semilla que debemos cultivar arduamente, pero que es el germen de una conciencia jurídica más afín con los postulados que enarbola la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas.



III. ¿Cuáles son las bases teóricas de nuestra postura crítica?


Como bases conceptuales y marco teórico introductorios a los propósitos del semillero destacamos importantes autores como paulo Freire y Boaventura de Sousa Santos, los cuales nos proponen interrogantes acerca del papel de la educación y el conocimiento, respectivamente, en el proceso de formación académica. Estos fundamentos teóricos además de enriquecer el discurso crítico para no caer en clichés políticos e ideológicos, nos permite identificar las deficiencias dentro de nuestro medio que usualmente pasamos por alto.


En efecto, una de las principales preocupaciones del Semillero ha sido el interrogante ¿Cómo, por qué y para qué aprendemos lo que aprendemos? Una cuestión que en general aparenta estar resuelta para estudiantes y profesores, pero cuya consideración finalmente es el fundamento de cualquier relación posible con el conocimiento. Partiendo de Freire, el método, la razón y el fin de la formación jurídica son objeto de constante debate, trascendiendo inclusive la crítica de la enseñanza universitaria para cuestionar instituciones como las escuelas o colegios, etapas de la vida del sujeto en donde resultan gravemente afectados sus potenciales creativos e intelectivos.


La pedagogía es finalmente a lo que nos vemos enfrentados diariamente como estudiantes universitarios; en este sentido encontramos que los métodos pedagógicos dejan poco o nada al desarrollo autónomo de las capacidades e intereses de cada quien y se convierten en un instrumento de estandarización del conocimiento, lo que imposibilita la propagación del pensamiento crítico y propositivo. Desde Freire, la educación debe ser una “práctica de libertad” que debe ser sobre todo inclusiva, democrática y transformadora. El estudiante no se puede convertir en un objeto vacío sobre el cual se vierte una masa inorgánica de conocimientos que poco en realidad aportan a la formación del sujeto; por el contrario proponemos que el estudiante se convierta en protagonista de su propia formación y no un mero espectador, que se lo dote de espíritu propio y así se convierta en una verdadera pieza creativa y transformadora. De esta manera no solo se refuerzan las potencialidades del individuo sino que se reconoce y fortalece la identidad cultural del cual él hace parte.


En esta misma línea consideramos que la relación pedagógica entre el educador y el estudiante debe superar sus notorias incoherencias. Debe reconocerse que el proceso pedagógico no es unilateral, y por ello, tanto el educador como el educando se alimentan recíprocamente del producto del proceso educativo, debe entonces ser un vínculo de mutuo crecimiento y no de sometimiento. Desde la misma metodología, en las reuniones del Semillero se hace evidente esta preocupación; así las preguntas de los docentes, en vez de agotarse en excusas para la calificación, posibilitan las discusiones; las discusiones a su vez generan nuevas preguntas, y por lo tanto favorecen la curiosidad; y es justamente la curiosidad el combustible indispensable para la producción del conocimiento, tal como lo afirma Freire.


Esta ruta pedagógica que nos propone Freire nos lleva a pensar sobre el papel que nosotros mismos desempeñamos en el ámbito del aprendizaje del derecho, sobre qué posibilidades de construcción existen para una nueva educación en la que no prime la fidelidad del educando ante un cúmulo normativo sino que fortalezca su espíritu crítico mediante la relación de ese ordenamiento con el contexto social en el cual se inserta. Pensar en una educación capaz de estimular el potencial creador de cada persona conlleva a darse cuenta de que los estudiantes somos pieza clave y que somos igualmente responsables del permanente desarrollo de la disciplina en la que nos formamos. No estamos para reproducir, en nuestro caso, un sistema jurídico, sino para entenderlo, evaluarlo críticamente y elaborar propuestas de cambio o de resistencia a favor de un bienestar social que sepa respetar a las minorías.


También, parte importante de nuestras reflexiones gira en torno a preguntas como ¿Desde qué perspectiva conocemos? ¿Cómo construimos lo que conocemos? ¿Cuáles son los límites del conocimiento? ¿Existen otras formas de acercarnos a él? El estudio de la propuesta de Boaventura de Sousa Santos y la conversación llevada a cabo al interior del grupo, ha sido uno de los ejercicios más fructíferos y esclarecedores de la crítica que se pretende realizar a las instituciones jurídicas.


Santos propone una epistemología del sur[1] que parta de dos premisas esenciales: “la comprensión del mundo es mucho más amplia que la comprensión occidental del mundo” y “la diversidad del mundo es infinita, una diversidad que incluye modos muy distintos de ser, pensar y sentir, de concebir el tiempo, la relación entre seres humanos y entre humanos y no humanos, de mirar el pasado y el futuro, de organizar colectivamente la vida, la producción de bienes y servicios y el ocio.”


Esta propuesta nos convoca a prestar atención a la necesidad de un conocimiento integral, reconocedor de perspectivas alternativas, en donde haya reivindicación de otras formas de entender el mundo, y en nuestro caso, de otras formas de entender el Derecho y su relación con la Sociedad. La propuesta de un conocimiento totalizante, universal y omnicomprensivo adolece de fragmentariedad e insuficiencia, pues desconoce las particularidades de la amplia estela de matices que constituyen legítimas opciones de conocimiento válido. Se busca entonces integrar y generar un diálogo intercultural, como diría Santos, para fortalecer las acciones de cambio y de transformación social.


De lo que se trata finalmente es de democratizar el conocimiento, lo que implica necesariamente, por ejemplo en el ámbito jurídico, impulsar el trabajo interdisciplinario. Con esto se busca dotar de herramientas a futuros abogados, sociólogos, antropólogos o politólogos, a través de las cuales adquieran perspectivas que respeten la complejidad del conglomerado social y sus dinámicas. La forma en que está integrado el semillero evidencia un poco su preocupación por satisfacer dicha necesidad, pues se propende por que los espacios de discusión se conviertan en diálogos de saberes de las diferentes áreas del conocimiento social y humano, contando así con la participación de estudiantes de sociología, ciencia política, derecho, egresados e incluso profesores.


Lo anterior constituye una apuesta por el pluralismo, entendido no como una propuesta occidental, sino una propuesta epistemológica. Una propuesta que, como lo ha señalado Santos, tenga como principales voceros a los actores del “Sur global”. Ha sido justamente este concepto, el del “Sur global”, uno de los que ha fungido como hilo conductor en las discusiones y análisis en una dimensión tanto teórica como práctica. Dice Santos sobre el Sur global: “El Sur global no es entonces un concepto geográfico, aun cuando la mayoría de estas poblaciones viven en países del hemisferio Sur. Es más bien una metáfora del sufrimiento humano causado por el capitalismo y colonialismo a escala global y de la resistencia para superarlo o para minimizarlo. Es por eso un Sur anticapitalista, anticolonial y antimperialista. Es un Sur que existe también en el Norte global…”[2], concepto también presente en el planteamiento de Freire cuando afirma “mi punto de vista es el de los ´condenados de la Tierra´, el de los excluidos”[3], y en los sucesivos estudios reflexionados en las reuniones del Semillero.


En conclusión, la crítica es una disposición imprescindible en la relación con el conocimiento. Y en el pregrado de derecho supondrá llevar a cabo reflexiones profundas y posiblemente replanteamientos de las formas en que tradicionalmente han sido entendidas cuestiones tan importantes como lo son la relación educador-educando, el papel desempeñado por cada actor en el proceso de aprendizaje y la enseñanza como adiestramiento basado en la transferencia de datos. Aunado a lo anterior la crítica implica una actitud similar frente a las perspectivas desde las cuales se ha planteado el estudio jurídico, en las que predomina la tendencia al desconocimiento de la propia realidad latinoamericana, desconocimiento que soslaya la posibilidad de encontrar verdaderas soluciones a los problemas que padecen nuestras sociedades a diario.


El traslado a la práctica de las preocupaciones precedentes será un aporte más a la construcción de una justicia cognitiva global, sin la cual, como brillantemente lo expone Santos, no habrá justicia social global.



(Cierre)


Les agradecemos a todas y todos el habernos escuchado, estamos convencidos de que citarse en otros espacios académicos para generar reflexiones, como lo es en este caso el encuentro de semilleros, es una oportunidad para el intercambio de experiencias, de perspectivas y expectativas que seguramente tienen el valor de contribuir a nutrir un pensamiento que debe ir en constante evolución, esto es, a fortalecer nuestra formación no solo como juristas sino también como personas que asumen la preocupación por lo social como su mayor motor para hacer búsquedas transformadoras desde el conocimiento.


El darnos a la tarea de escuchar la manera en que nuestros pares se involucran con sus propios temas de interés representa un ejercicio académico que abre las puertas a una variedad de asuntos y problemáticas que ponen sobre la mesa el estado de un sentir, que se teje desde los salones de clase, respecto a lo que se estudia. El aprovechamiento de estos espacios se verá determinado por la capacidad de atender esas otras miradas y ubicar su importancia en nuestro proceso formativo y contexto social. Nuevamente, muchas gracias.






[1] De Sousa Santos entiende por epistemología del sur “el reclamo de nuevos proceso de producción y de valoración de conocimientos válidos, científicos y no científicos, y de nuevas relaciones entre diferentes tipos de conocimientos, a partir de las prácticas de las clases y grupos sociales que han sufrido de manera sistemática las injustas desigualdades y las discriminaciones causadas por el capitalismo y por el colonialismo”
[2]DE SOUSA SANTOS, Boaventura. Refundación del Estado en América Latina. Perspectivas desde una epistemología del Sur. Siglo XXI Editores. Bogotá.2010. Pág. 49.
[3]FREIRE, Paulo. PEDAGOGÍA DE LA AUTONOMÍA: Saberes necesarios para la práctica educativa .Siglo XXI Editores. Sao Paulo. 2004. Pág. 8.