domingo, 20 de abril de 2014

CAPÍTULO 14: VIVIENDO CHINA – LECCIONES QUE QUEDAN (SEXTA PARTE)*

(De la Serie: Experiencia de Vida en China)


Lo que no se encuentra al andar hasta malgastar el zapato de hierro, viene sin invertir esfuerzo. **
 Proverbio chino

Durante once días renuncié a percibir mi entorno como siempre lo había hecho hasta el momento, para vivir la experiencia como un verdadero encuentro cultural. Por esos once días China fue mi mundo completo, un mundo que me mostró paisajes, tradiciones, historia, que me llevó a sentir su gente, su calle, que me acogió en la ciudad, en su campo, y me ofreció el calor de hogar. Fue un mundo que me mostró el sentido natural de pensamientos y visiones tan distintas, para encontrarlas igualmente lógicas y coherentes, para entender de otra manera aspectos comunes de situaciones humanas.

El haber ocupado un lugar en una familia oriental, el haber usado aquellas botas campesinas mientras era testigo de entrañables costumbres y de otros estilos de vida, jugar a las cartas en una tarde agradable mientras se esperaba para compartir luego una cena juntos… estar así de cerca de una realidad, estar ahí, entrar a ser parte y vivirla como si me perteneciera también, era algo que no estaba en mis planes, algo que hubiera tomado como difícilmente creíble y realizable cuando apenas iniciaba este viaje, era un suceso de probabilidad remota el toparme con el mapa del baúl de los tesoros para tener finalmente la complacencia y el deleite de abrir uno a uno sus cofres.

Pienso en lo que me queda y en lo que me enseñó tan grandiosa aventura que me inculcó mayor aprecio y admiración por la gente, y la verdad, lo que más desearía ahora es trascender el papel de turista que me puso a recorrer con asombro los sitios que se le aparecían novedosos a sus ojos, que había encontrado en estas tierras tanta diversión, que escaló hasta fusionarse con un panorama y con una cultura del cual está lejos de descifrar un sentir todavía más profundo de su realidad social; quisiera desencarnar ese personaje para mezclarme entre la gente y entender claramente sus dinámicas, para tener certezas y saberes, para alcanzar fraternidad o una mejor proximidad con lo que percibe el estudiante, el anciano, la mujer, el campesino, el joven… para entender hasta lograr reconocerme plenamente como una entre los demás, como una ciudadana del mundo que hoy está habitando uno de sus rincones.

No son equivocadas las palabras que alguien me concedió en su momento: lo aprendido a partir de allí era más valioso que todo el conocimiento adquirido en las aulas universitarias, y estoy de acuerdo, la vida se me convertía desde entonces en el mejor ejemplo de educación para el crecimiento humano.


Escrito por 玛利亚 (María Adelaida Galeano P.)




* Este escrito hace parte de la serie de relatos Experiencia de Vida en China, que a manera de diario de viaje comparte una de las integrantes del Semillero de Investigación en Sociología del Derecho y Teorías Jurídicas Críticas a partir de su vivencia académica en ese país. Los demás capítulos se pueden encontrar en la sección Descubriendo China de este blog.
**踏破铁鞋无觅处,得来全不费工夫( tà pò tiě xié wú mì chù, dé lái quán bù fèi gōng fu).

sábado, 12 de abril de 2014

CAPÍTULO 13: VIVIENDO CHINA – EN EL ÚLTIMO COFRE (QUINTA PARTE)*

(De la Serie: Experiencia de Vida en China)


El no olvidar los asuntos pasados, puede ser la guía para sucesos futuros. **
 Proverbio chino

Partimos muy temprano, en esta ocasión éramos pocos en el auto, pero no dejaba de ser un acontecimiento importante al que se debía acudir ese día, el último del calendario lunar. Después de un rato llegamos a una casa humilde en la que otros parientes nos recibieron de forma muy amable, y entonces nos alistamos para vivenciar una tradición cultural que como el más dulce de los ensueños me marcaría, creo yo, por siempre.

En el campo
农村
Usando las botas apropiadas que me habían prestado, y los demás cargando con los materiales necesarios, nos adentramos al campo en una mañana mística. Habíamos dejado atrás el movimiento urbano, el ruido de los carros, los remolinos de gente, la carretera, y al fin, los modestos hogares campesinos; con cada pisada dada nos acercábamos al punto más sublime, más profundo y alejado, en el que la pureza era el único hálito que podría inhalarse.   


En el campo
农村
Nos dirigíamos en fila por angostos senderos de barro y tierra húmeda, cruzábamos por el borde de los sembrados, recorríamos un espacio amplio donde la leve neblina que estaba en todas partes y el verdor de las plantas y los densos arbustos transmitían paz, frescura y calma. Minutos después, llegamos al sitio en el que presenciaría el primer ritual de ofrendas hacia los ancestros.   

Allí se encontraba sepultada una familiar, por lo que despejaron la maleza del terreno y seguidamente acomodaron platos con comida y vino, quemaron papel y pólvora, y terminaron con algunas reverencias para ella. De la atmósfera compuesta por las montañas y los árboles que se observaban hasta lo lejos emanaba una energía espiritual, era como palpar un misterio, como ser testigo de un suceso increíble que unos años atrás parecía inalcanzable, perteneciente a otro mundo, a otra realidad en la que me había sumergido y ya no era tan ajena; las imágenes difuminadas que alguna vez habían creado mi imaginación a partir de cualquier lectura que habría hecho sobre las festividades chinas estaban tomando tonalidades, brillos y visos multicolores que me iluminaban y me desproveían de cualquier palabra, limitándome a poder contemplar un sentido de majestuosidad en tal ceremonia.    

Parecía haber llegado a lo más hondo del corazón de esta cultura oriental, a lo más
En el campo
农村
sagrado, y con esa sensación, seguimos avanzando para la repetición del rito con otros de sus ancestros. El silencio era constantemente interrumpido por el sonido de la pólvora que se hacía estallar aquí y allá, el humo y las cenizas que se elevaban desde el apretado pasto casaban con el cielo despejado, y de vez en cuando, nos encontrábamos con otras personas que hacían lo mismo ante las tumbas de sus difuntos.

Transcurrieron las horas y regresamos a la zona urbana, donde la celebración continuaría. Hermanos, hijos y nietos habían viajado desde sus provincias para reunirse en casa de los abuelos en una época en la que el famoso chūnyùn (春运)[1] hacía de las suyas. La soledad en las calles era más que evidente, casi la totalidad de los negocios habían sido cerrados y en las entradas tenían letreros alusivos a la fecha, los andenes estaban repletos de residuos rojos por la explosión de la pólvora, sin duda, el disfrute con los seres queridos era esta vez el principal objetivo de la comunidad china.

Nuevamente compartía cenas con ellos, gozando de la variedad de sabores y texturas que caracterizaban cada plato de comida dispuesto sobre el vidrio giratorio de la mesa, y también adquiriendo más habilidad en la práctica aquella de los brindis. El ambiente acogedor complacía a todos, por un lado, el mahjong era uno de los centros de atracción, y por el otro, los quehaceres culinarios y la programación de la CCTV (Televisión Central de China) captaban múltiples antojos y miradas, los causantes de congregarnos para compartir luego el conteo regresivo de año nuevo que recibiría al caballo galopante.  

Durante los días posteriores los encuentros que concluían con la maratón de felicidad me contagiaban su entusiasmo, el verlos dichosos, sonriendo y participando activamente en las conversaciones y pequeños discursos de buenos deseos me hicieron entender que no estaba perdida, tenía también un lugar en la familia. Me di cuenta que no éramos diferentes y reconocía ese inconfundible calor de hogar que tenía la misma huella que en occidente, eran creadores de un ambiente con idéntica esencia a la que podría experimentarse hasta en el otro lado del mundo.

Con esto cerraba el baúl de los tesoros, el portador de joyas que me había llenado con su riqueza el alma y el corazón, que me confiaba sentimientos imborrables, experiencias irrepetibles y el recuerdo de personas que no dudaron en darme la bienvenida al entrar en su propia casa. Guardaría el mapa que me orientó en tan extraordinaria aventura, para recordar por el resto de mis días la mágica ruta que seguí una vez en tierras orientales, la ruta que me hizo más humana y libre. Estaba preparada para volver a aquel desierto universitario, envuelta en otro aire y bajo un nuevo aliento.     












Escrito por 玛利亚 (María Adelaida Galeano P.)



* Este escrito hace parte de la serie de relatos Experiencia de Vida en China, que a manera de diario de viaje comparte una de las integrantes del Semillero de Investigación en Sociología del Derecho y Teorías Jurídicas Críticas a partir de su vivencia académica en ese país. Los demás capítulos se pueden encontrar en la sección Descubriendo China de este blog.
**前事不忘,后事之师(qián shì bú wàng, hòu shì zhī shī).
[1] Transporte durante el periodo de la Fiesta de la Primavera, caracterizado por la movilización de gente en grandes cantidades con motivo de volver a sus casas y reunirse con sus seres queridos a pasar la celebración de año nuevo.

sábado, 5 de abril de 2014

CAPÍTULO 12: VIVIENDO CHINA – ENCUENTROS INOLVIDABLES (CUARTA PARTE)*

(De la Serie: Experiencia de Vida en China)

Cuando estés en Roma haz lo que los romanos hacen. **
 Proverbio chino


Dirán que las coincidencias son manipulaciones calculadas del destino, que son los riesgos más finos del azar, o que simplemente no son más que eso, casualidades vagas sin más. Sea como sea, me siento halagada por la vida al haberme regalado una de esas, de la forma menos esperada y en el lugar más remotamente imaginado. El último cofre del baúl tenía rubíes, perlas, esmeraldas, diamantes, plata y oro que se habían ensamblado en perfecta exactitud y bajo un toque de pureza inigualable para esculpir el mayor de los tesoros: una familia china que vivía por unos días su mejor tradición, la anhelada por todos, la hermosa Fiesta de la Primavera con la que se le daba la bienvenida al año nuevo, esta vez el del caballo, justamente mi signo zodiacal que me brindaba como por hechizo el privilegio de celebrar en sus llanuras la hora en que arribaría, al hacerme parte de aquél encuentro familiar al que yo también estaba invitada.

Chizhou
池洲
Luego de tomar el tren de regreso a Nanjing, nos dirigimos entonces a Chizhou, en la provincia de Anhui, para un encuentro en el que abuelos, padres, primos, tíos, tías, amigos y amigas me acogerían como su pariente y compañera de momentos bellos que serían pintados con la alegría de un nuevo comienzo.   

El entorno por donde quisiera que se lo mirara no podía hablar de otra cosa, el rojo, color por excelencia de esta cultura oriental, engalanado con el dorado y figuras alusivas a la felicidad y la prosperidad, y acompañado de frases, empapelaban las puertas y las entradas de las casas y llenaban a veces alguna mirada despistada al posarse en los faroles suspendidos hasta en las ramas de altos árboles. El bullicio y la animación fue creciendo día tras día, se estaba terminando una anualidad y anticipadamente se unían las personas regocijadamente en los hogares, los anfitriones de hoy eran los asistentes de mañana, se intercalaban los roles para compartir deliciosos platos, risas y deseos.

En la primer cena a la que asistí los dueños de la casa habían preparado todo con un notable esmero, adecuaron la mesa que estaba en la sala, dispusieron las sillas y ubicaron en el centro y a su alrededor los alimentos para que cada uno se sirviera paulatinamente y a su antojo, como es de costumbre cuando se comparte el menú con un numeroso grupo de gente. Observando su particular estilo para comer con los palitos y una agitación amable de conversaciones inacabables de pronto se inició una cadena espontánea de brindis que me llamó la atención.

Cualquiera se levantaba de su asiento, y con la bebida en la mano, se dirigía a alguien más para manifestarle positivas aspiraciones sobre su porvenir. Fue cuando mi amiga me indicó en secreto que lo más adecuado era acoplarme a esta práctica e intentarlo también; ya me esperaba algo así, sumergirse en la cultura implicaría ceder o abrirse un poco para actuar respetuosamente y acorde a ella. Aprendí entonces la fórmula verbal con la que debía comenzar y el orden jerárquico que debía seguir para llevarlo a cabo, e igualmente los demás miembros del banquete me incluyeron al ofrecerme un brindis. Los agradecimientos y las palabras bondadosas parecían no tener final, era algo natural y estupendo.

Este tipo de descubrimientos desprevenidos se habían convertido en una constante, y así, siguiendo tal parámetro, en una tarde se armó un plan familiar imprevisto que no entendía de qué se trataba, pero sin querer averiguar y esperando a que el destino lanzara su próxima carta sorpresa, abordamos el auto para dirigirnos hacia la dirección incógnita.

El recorrido por la carretera despejada y solitaria sembró un aire de tranquilidad, después alcanzamos el objetivo, y entonces nos dispusimos a caminar por un espacio amplio en el que solo se veía un cielo gris, esqueletos de árboles a lo lejos con sus ramas entrecruzadas y secas mangas y sembrados que abarcaban metros de distancia, parecíamos haber llegado a uno de los confines del mundo.

A orillas del Río Yangtsé
长江
Un paso tras otro, la mirada expectante y la mente casi en blanco alistándose para dejarse envolver por la maravilla que en instantes se le aparecería: el río Yangtsé. Sencillamente desbordante, impensado y conmovedor, su inmensidad lo hacía semejante al mar, desvanecido en el horizonte por una neblina espesa que cubría a los barcos alejados de un blanco ceniza; el suelo resquebrajado y el montón de piedras dispersas en su orilla se prestaban para hacerse la idea de que se paseaba a lo largo de una tierra perdida, sitio predilecto del poeta enamorado que habría de dejar que su inspiración volara tanto como el viento que se recreaba en aquel momento.        

Así fueron transcurriendo los días que antecedían a la grandiosa fecha. Yo seguiría con el alma abierta para respirar más cultura, más naturaleza, más serenidad… seguiría marchando por ese túnel de otra dimensión, en la que me guiaba la vida con los brazos abiertos y en el que no era capaz de imaginar cuál sería la fortuna que me depararía el mañana.


Escrito por 玛利亚 (María Adelaida Galeano P.)



* Este escrito hace parte de la serie de relatos Experiencia de Vida en China, que a manera de diario de viaje comparte una de las integrantes del Semillero de Investigación en Sociología del Derecho y Teorías Jurídicas Críticas a partir de su vivencia académica en ese país. Los demás capítulos se pueden encontrar en la sección Descubriendo China de este blog.
**入乡随俗。(rù xiāng  suí sú).