domingo, 23 de agosto de 2015

CAPÍTULO 21: PENSANDO LO CULTURAL*

(De la Serie: Experiencia de Vida en China)

El escuchar varias cosas a la vez lleva a la luz, el creer en una de las partes lleva a lo sombrío.**
Proverbio chino


Las experiencias ofrecidas por este segundo viaje fueron más allá de los reencuentros. Fue también un campamento de verano, que junto con otros colombianos, me permitió ser testigo del diálogo entre dos culturas, que en ciertos aspectos muy distintas, no constituyó esto un impedimento para querer aprender los unos de los otros y ser amigos.

Fue profundamente especial tener la oportunidad de escuchar a maestros chinos que hablando, a veces en español y a veces en su propia lengua, daban a conocer las costumbres y pensamientos de su sociedad oriental. Daba inmensa alegría cuando estudiantes chinos nos daban la bienvenida y nos acogían cálidamente en sus aulas universitarias para divertirse y mostrarnos quiénes son.

Observaba a unos colombianos, o “locombianos”, como también nos conocen, y según alcanzo a entender, por un rumor gracioso que nos ronda al otro lado del mundo, que entre alborotos y sonrisas se hacían distinguir por donde iban, contagiaban a otros con su inigualable chispa y tremenda locuacidad, invitando a bailar, a sentir la música de su tierra, a vivir y descubrir de la mano de su alegría arrolladora otra forma de disfrutar. Observaba…

Observaba además a una sociedad china noble y con atenciones delicadas, a veces paciente y humilde, otras veces respetuosa hacia sus mayores y de percepciones y reacciones silenciosas, curiosa por develar lo desconocido y hasta insospechadamente astuta cuando de negociar algún producto se trataba. Observaba…

Es una fusión que me pone a pensar en distintos aspectos, pues intentábamos comunicarnos en el idioma del otro, impregnarnos de nuestros conocimientos, entretenernos con lo propio y lo foráneo, y hasta degustar lo típico de aquí y de allá. Por una parte, es un encuentro mágico, de las mejores cosas que se pueden vivir: tener el placer de que no existan barreras para mirarnos y reconocernos en la humanidad, aprovechando lo diverso para estrechar más los lazos en una ciudadanía mundial.

Pero, por otro lado, me transporta a una isla mental más remota, ya que me inquieta esto del factor cultural y el lugar que uno puede ocupar en él, por ejemplo, me pregunto: ¿qué tanto nos pertenece y le pertenecemos?, ¿qué tanto nos apegamos a él?, ¿qué tanto nos podemos desentender de él?, ¿qué pasa si somos diferentes y no coincidimos con lo que se supone es “nuestro”?

Es una reflexión que me permito acentuarla con el contraste cultural experimentado. Me da la impresión de que cada uno naciendo en alguna parte del mundo, ese pequeño mundo asume que habrás de ser como él, que pensarás como él, que habrá un mismo sentir y unas mismas preocupaciones, que sus hábitos han de ser los tuyos, que estamos destinados a adaptarnos igual, es un sentimiento que me da cuenta de la carencia de duda sobre la naturaleza cultural que nos circunda y nos ampara. Me parece que es algo que no se cuestiona.

Me pregunto también, ¿hasta qué punto nuestra cultura nos enriquece y hasta qué punto es un muro para ser nosotros mismos?, ¿nos da libertad, nos forma o nos excluye?, ¿estamos condenados a seguirla?... No sé qué tan confuso esté sonando todo esto, pero son inquietudes que me surgen y a las que no quiero responder, tan solo meditarlas en medio del silencio y del sosiego debidos. Aunque tengo claridad en algo, y es que no somos un resultado de ella completamente, no tiene la palabra final para definirnos.

Quizás parezca contradecirme, pues primero valoro el encuentro entre Oriente y Occidente, y después, vacilo sobre nuestra identidad cultural, que es la que nos facilitaría, en principio, lograr dicho acercamiento sorprendente; sin embargo, no podría ignorar que es otra arista de reflexión que se lanza al ataque no con la función de derribar, más bien para agudizar el entendimiento y dejar de creer que todo es tan simple, tan plano y parejo. Esto no le quita la sinceridad a mi punto de vista, según la cual, la amistad entre pueblos es factible construirse por encima de nuestras creencias porque somos más valiosos y más de lo que las mantiene firmes.  

Sé que se trata de pensamientos medio sueltos, a lo mejor extraños y extrañados respecto a lo que se suele tomar como “normal”; elaboraciones que están en el camino, en el péndulo de lo seguro y lo inseguro, de lo que a veces es y no es. Sin embargo, es completamente entendible, los viajes no los hace solamente el cuerpo, también el alma, el ser en su integridad. El viaje mueve por dentro, afirma y refuerza cuestionamientos que ya estaban en su lugar, la tarea no puede ser menos que escucharlos.


Escrito por 玛利亚 (María Adelaida Galeano P.)



Este escrito hace parte de la serie de relatos Experiencia de Vida en China, que a manera de diario de viaje comparte una de las integrantes del Semillero de Investigación en Sociología del Derecho y Teorías Jurídicas Críticas a partir de su vivencia académica en ese país. Los demás capítulos se pueden encontrar en la sección Descubriendo China de este blog.
** 兼听则明,偏信则暗。(jiān tīng zé míng, piān xìn zé àn). 

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