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domingo, 19 de julio de 2015

CAPÍTULO 20: HUELLAS EN EL SER*

(De la Serie: Experiencia de Vida en China)


Repasa lo viejo y conoce lo nuevo.**
Proverbio chino


Definitivamente regresar es un volver a empezar, es ver el entorno con ojos nuevos, apreciar y sentir diferente; las experiencias transcurren, sin embargo, la persistencia de los recuerdos y las renovadas reflexiones se constituyen en la fortuna del viajero que vuelve a su tierra natal. El desprendimiento de ella es la llave a otras realidades y estados, y no me refiero sólo a lo físico, también el alejamiento mental y espiritual permiten transportarse a otras esferas de conciencia, entendimiento y percepción.

Recuerdo que cuando empecé a relatar esta historia escribí uno de los capítulos que más me han marcado; en él, expliqué aquello de los esquemas sensoriales y esquemas mentales, esa era la época en que empezaba a descubrir China y cuando las cualidades de cada cosa constituían una razón para sonreír con asombro. Acercarse a ese entorno en aquel momento era como abrir la puerta y pasar a otra dimensión, dejar atrás el salón de la intriga para pisar un lugar que no conocía y que no había logrado imaginar. Ahora todo encaja, el volver por segunda vez me hace entender que el ser guarda huella, tiene memoria, y así, lo que antes estaba en blanco ahora contiene registros de sensaciones, sentimientos, expectativas que uno crea, deposita, y de los que se alimenta en los sitios visitados.

Estar de vuelta por unos días en la Universidad, en Dawai, es equivalente a una corriente de energía para el cuerpo que reconoce en los sonidos de las voces, un idioma divertido y cercano; en el olor, un lugar específico; en las aceras, recuerdos de mañanas tranquilas, noches y tardes de anécdotas queridas. Es volver a uno, a una parte de sí que parece estar ligado a lo de allá, que reacciona a sus particulares señales físicas y se identifica con ellas, apuntando a un alguien que se era, que parece permanecer, pero que en realidad está fundido con un yo de otro tiempo, habiendo perdido su figura original.

Es esta pues una parte de la historia, la cual cobijó muchos reencuentros. Los reencuentros con amistades, con la variedad de comida, con esos edificios que ocupan el campus, con los rincones, las canchas, con las tiendas en las que solía comprar golosinas “exóticas” y una variedad de artículos, con el lago, con los caminos de afuera tan transitados y sus puestos llenos de frutas y hasta gusanos vivos ofrecidos en el menú callejero, la hilera de restaurantes, las flores de verano y el cielo azul con manchas blancas que parecían obra de un pincel descuidado haciéndome añorar los algodones flotantes sobre las montañas de mi ciudad natal; me hablaban de un conjunto de cosas que habían cobrado significado, ya los había leído alguna vez, y volver a ese todo dejaba de ser un descubrir pleno y más bien parecía que mutaba a un sentimiento de encantamiento.

Las sorpresas que anteriormente me implicaba el dirigirme a la gente mediante el esfuerzo propio de hablar en su idioma, el probar otros sabores, ir a donde nunca había estado, son algunos de los aspectos que pasaron a otro nivel. Como decía, el sentir que conlleva el aproximarse a lo desconocido por primera vez se encuentra ya transformado, pero eso no impide que el camino posterior encante con las cosas que trae; y entonces veo también que la identidad pre-creada con el entorno me permite descubrir después de todo, aunque en otro sentido, sobre gustos precedentes y profundos que se despiertan es con la presencia en esos sitios, en otras palabras, es detectar lo realmente extrañado de la experiencia pasada y encontrar en lo nuevo razones para ser feliz, seguir aprendiendo, disfrutar y dejarse llevar por su gracia.

El andar sobre ideas todavía muy inmaduras al respecto me origina inquietudes y reflexiones primerizas sobre lo que mencionaba al comienzo. Me da la impresión de que los esquemas mentales no corren la misma suerte de los esquemas sensoriales cuando éstos últimos están en condición de  lejanía física entre ellos, pues el ser humano se construye a través de sus vivencias, cada pedacito de lo que lo cruza, y con lo que se topa, lo toca y hace parte de él o lo mueve, lo forjan en esquemas mentales que son intrínsecos a su ser, por lo que no lo abandonan cuando viaja sino que interactúan con ese exterior novedoso, pudiéndose ver asaltados por el advenimiento de frescos componentes que habrían de entrar a confrontarlo, reclamándole un lugar en su propio espacio.

Finalmente, debo advertir que dudo de que los sentidos edifiquen por sí solos concepciones y formulaciones más hondas en el individuo, así, el conocer personas, historias, enfrentar situaciones y asumir realidades, son algunos aspectos que bien pueden contribuir igualmente en la formación de la esfera interior. Además, a lo mejor el “juego” de combinar esquemas, o a los factores que se piden su lugar en él, permita liberaciones entre sí, enriquecimiento mutuo y la inculcación de un convencimiento de que por más familiar que nos resulte un determinado contexto, nada ha de caer en un aire de normalidad, de acomodamiento, de pérdida de curiosidad por lo que pudiera pasar si las cosas fueran distintas y por lo que son en sí mismas.


La vida parece concretarse en una serie de muertes y renacimientos.
Morir y nacer es un privilegio.


Escrito por 玛利亚 (María Adelaida Galeano P.)




* Este escrito hace parte de la serie de relatos Experiencia de Vida en China, que a manera de diario de viaje comparte una de las integrantes del Semillero de Investigación en Sociología del Derecho y Teorías Jurídicas Críticas a partir de su vivencia académica en ese país. Los demás capítulos se pueden encontrar en la sección Descubriendo China de este blog.
** 温故知新。(wēn gù zhī xīn). 

viernes, 28 de febrero de 2014

CAPÍTULO 8: UNA TRAVESURA CON GRANDES APRENDIZAJES*

(De la Serie: Experiencia de Vida en China)

Si no se entra a la cueva del tigre, cómo agarrar a los cachorros. * * 
   Proverbio chino

Era el comienzo de una tarde de viernes, llegué al salón de clases en compañía de una amiga, tomamos asiento hacia el lado derecho del aula, saludé a quienes conocía y nos dispusimos a esperar al profesor al tiempo que otros estudiantes también iban entrando. Se suponía que no habría inconveniente de que yo estuviera allí, sin embargo albergaba dudas sobre lo que pudiera implicar la situación al momento en que aquel maestro viera que una extranjera se había “infiltrado” a su clase.

Pasaron unos minutos hasta que el mencionado personaje atravesó la puerta y se ubicó en frente; después de un cruce de saludos y palabras con él regresé a mi lugar para escuchar la lección del día, como una testigo más de lo que había preparado para esa ocasión. Vi que los alumnos sacaban libros y pensé que con un respetable juicio se concentraban en el seguimiento del tema ubicándolo en las páginas de textos guía, me centré también en las diapositivas reflejadas en la pared que mostraban caracteres con significados jurídicos, haciendo referencia a palabras como “internacional”, “contrato” y “Derecho”, y prestaba la mayor atención posible a lo que decía el pedagogo, intentado rescatar y entender una que otra palabra que hiciera parte de mi vocabulario en el idioma.   

Creo que el derecho comercial era el protagonista del discurso, al cual varios estudiantes se le rindieron fácilmente y con evidente desatención. El portador de la palabra no la habría tenido que ceder más de un par de veces en una atmósfera silenciosa y de intensa aburrición. Y así, explicación tras explicación, se fue agotando la razón de la reunión hasta que fue la hora para que el profesor se marchara con su usual rapidez.     

No me sorprende que en “Dawai” se instruya a los discentes chinos en formación jurídica básica, pues ya he sabido sobre esto mismo en mi Universidad en Colombia y lo tedioso que resulta, como síntoma de malestar general, muy parecido al que aquí he percibido como cuando me enteré que los libros que habían tomado los estudiantes al iniciar la clase eran del gusto propio, o algunas veces, cuando he escuchado sus comentarios en los que expresan no encontrarle suficiente sentido a estos espacios.

Fue en una conversación posterior que tuve donde me aclararon la generalidad de la dinámica participativa de los alumnos, originada a partir de la intervención del docente como figura autoritaria de la clase, como práctica educativa. Y aunque desconozco las bases pedagógicas para que esto funcione así y me encuentro lejos de hacer apreciaciones hacia un modelo de educación chino, esto me motivó a efectuar un análisis comparativo en primera instancia, que ha escalado hasta hipótesis y entendimientos más elaborados y globales.

A continuación desarrollaré entonces en este escrito, que además hace las veces de mi confidente acerca de lo que presencié esa oportunidad, el bosquejo de reflexiones críticas acerca del Derecho y el hecho de tener a cargo el rol de estudiante de Derecho, construido en parte por aquella experiencia que ha actuado como uno de sus detonantes. Claramente no haré referencias a aspectos de este país asiático, sin embargo son meditaciones que me veo en la necesidad de relatar, pues no hubieran tomado forma si China no se hubiera cruzado conmigo en el camino, y no hacerlo sería dejar de mostrar una faceta de vida en la que lo fundamental se compone de esas pequeñas anécdotas que le aportan a uno como persona y sujeto intelectual, sería dejar de lado una condición humana. 

Pues bien, ante todo quisiera dejar claro que los planteamientos se nutren en gran medida de sentimientos de rabia justa, aquella reconocida por Paulo Freire como formadora en el área de la educación, y por supuesto, de pasadas meditaciones y conclusiones a las que he llegado en capítulos anteriores y que han implicado para mí, y de peculiar manera, una evolución en su conjunto.

Contaba una vez que los esquemas sensoriales podrían terminar por introducir esquemas mentales en nosotros, situación que podría develarse más fácilmente en un entorno ajeno al que se está habituado. Lo que he vivido me ha llevado a identificar uno de estos, gracias al contraste del ambiente universitario que evoca la sensación del equilibrio calculado: el esquema mental del mundo-problema. Este no es más que la representación mediante la cual se le otorga sentido al mundo exterior desde la noción del asunto-problema, por lo que el sujeto tiene la disposición y actitud de explicar lo que gira alrededor suyo categorizando las cosas en esa forma y convirtiéndolas al mismo tiempo en la motivación para actuar, impulsado por la detección de sus parámetros y condicionantes.

Así pues, el horizonte del esquema mental del mundo-problema está pintado por obstáculos que han de resolverse, en oposición a una perspectiva en la que sean los logros los que vayan creciendo en magnitud y los que marquen el ritmo del paso. Tiene un estilo de pulsación de los sucesos y existencias basado en la superación, no en la ascensión de la plenitud o el bienestar.

Trayendo esto al Derecho, lo comprendo como la inserción del paradigma del mundo-problema [1]; mi primera reflexión en este sentido apunta al área jurídica que se ocupa de remediar o causar conflictos, contrario a la creación o la gestión de situaciones de la misma índole no violentas o que no envuelven confrontación, como sería la celebración de un contrato, un matrimonio o el establecimiento de una sociedad comercial. Me refiero pues a la puesta en marcha de un ordenamiento jurídico, en pro de la estabilización o neutralización de las diferencias o agitaciones, o como provocador o facilitador de estas, inmerso en una esfera más grande que envuelve actores y prácticas sociales o socio-jurídicas.    

Teniendo esto en cuenta considero el peligro que otorga dicho paradigma, no radicando ello en que sea una visión que se posa en el asunto-problema o en los conflictos, ya que estos son naturales, necesarios y benéficos en todo desarrollo social y comunitario, que bien conducidos o acompañados actúan como un motor para el crecimiento y la construcción de consensos. El peligro al que me refiero está dado por ser este el punto de comienzo y fin, la única fuente de la que se bebe y que arrasa con tanta fuerza en aspectos tan delicados para la sociedad a través de la corriente de las formas y la burocracia legal [2].   

Pienso que esta es la actitud en la que se quisiera instalar a los juristas a través de la adopción de tal paradigma, terminando por intensificar y materializar cada vez más un entorno problemático que contribuye a convencernos de una naturaleza perversa en el ser humano y en sus maneras de relacionarse. La reducción del abordaje del Derecho a un espacio limitado es algo que se le suma, ya que es una disciplina que en lo fáctico se despliega partiendo de un lugar para luego extenderse por un vértice estrecho, dando con articulados legales que acorazan esta ruta a una esfera predeterminada y le ponen una cortapisa, declarándose o dando a entender que tiene por objeto el estudio de la norma, poniéndolo así en equivalencia con respuestas y soluciones acertadas y perfectas, pero sin asomarse mucho al entorno en el que emerge, esto es, sin salir del circuito normativo y ver el componente social, verdadera fuente y finalidad de un saber relativo a las humanidades.      

Ahora, cruzando todo esto con el aliento que me proporcionó la pequeña travesura enunciada al principio, lo sitúo en el plano de la educación por ser un factor fundamental, bajo el entendido de que las facultades de Derecho son la cuna de los juristas y operadores jurídicos que se insertarán al engranaje de un sistema de la inmensidad ya descrita, es la zona destinada a pretender enseñar continuamente el tratamiento de los conflictos, y seguidamente, presentando el repertorio normativo con que han de ser resueltos. El enfoque educativo centrado en instruir sobre ese circuito es el que alcanza mayor peso, en un rango de inferior jerarquía se ubica su estudio en relación con el contexto en que ha de rodar debido a que alcanza menor popularidad, y esto a pesar de que es una aproximación que coopera en la interpretación de una realidad social crítica, y la Sociología Jurídica, que se expande hasta alcanzar posiciones más reflexivas, conscientes y nutridas, lastimosamente se ubica muy al margen de la disciplina.

Considero que las consecuencias de esto es que los estudiantes de Derecho se ven altamente propensos a entender la esfera social a partir de sus conflictos, debiendo recurrir a las soluciones que se les ofrece para proceder a su intervención, esto es, las normas. Si se piensa detenidamente en el asunto se pueden encontrar varias cosas interesantes: los estudiantes aprenden a identificar los problemas, asimilando qué son, cuáles son y en qué consisten, y ajustando a esto, se educan en cómo tramitarlos y se les dice cuál es la solución a ellos. En otras palabras, se les dice cuáles achaques aquejan a la sociedad y cómo repararlos, o sea, el esquema mental del mundo-problema en el Derecho, está totalmente planeado, coopta la visión del exterior y genera un terreno estéril para la creatividad.  

Ahora quisiera hacer hincapié entonces en lo mucho que estamos perdiendo socialmente por seguir un ciclo repetitivo predefinido (valdría preguntarse por quiénes) y donde la academia pareciera quedar desarmada de un potencial transformador condenándose a la reproducción de fórmulas curativas que pueden estar vencidas, terminando por agudizar o provocar enfermedades crónicas para la sociedad.

El Derecho acostumbra a los juristas y estudiosos del tema a saltarse las posibilidades, las oportunidades, las fortalezas y riquezas sociales, culturales, las relaciones que se forjan, las maneras de vivir, las perspectivas que permiten sentir de forma diferente, la capacidad de despojarse de los propios elementos de juicio para verse en el otro y comprenderlo, en fin, desgraciadamente acostumbra a negar la mirada a la diversidad en movimiento, a lo que somos, a nuestra naturaleza sociocultural; tristemente ese contenido no está en el plan de estudios de una disciplina que fonéticamente se hace llamar recta, pero que muchas veces se presta para desviarse en intereses malévolos y para desconfigurar esencias.         

Así las cosas se me viene una idea a la mente, rotunda por lo que significa, pero que resumida se expresa en sencillas palabras: hay que reevaluar y romper el paradigma del mundo-problema en el Derecho. En las manos de las nuevas generaciones de estudiantes de Derecho está la posibilidad de construir una mente nueva, es algo que urge porque, por lo menos para mí está todo muy claro, el Derecho como está planteado no es la solución a los problemas, aunque solamente tenga ojos para ellos.

Para un cambio de esta índole habría que centrar la atención en la educación en Derecho, como factor fundamental. Por un lado está lo que se enseña, por el otro, cómo se desenvuelve el ritmo educativo. Identifico tres componentes básicos para esa labor de enseñanza, estos son, el estudio de la sociedad o una hermandad intelectual con las ciencias sociales para el abordaje de la misma, el estudio de las potencialidades que posee el campo social y cómo se encuentra establecida su relación con el entorno, y en último lugar, los problemas sociales.

En cuanto al segundo punto, diría que existe una necesidad de romper con la cultura estudiantil protagonizada por el mismo sistema educativo, los profesores y los discentes, pues considero que estas tres piezas logran muchas veces un acomodamiento vicioso que no tienen dirección hacia la construcción evolutiva del conocimiento sino que caen en el juego de que lo que ha de calificarse, eso ha de prepararse y aprenderse, como maquinitas que tuvieran que acumular un puntaje para ganar el premio y en el que las trampas o las salidas facilistas hacen parte de la astucia o de las ventajas regaladas en la competencia, y en otros casos, donde las mentes inquietas caen al vacío de la impotencia, la soledad o la minimización.

No creo entonces que los estudiosos del derecho debamos congelarnos en una visión pesimista del panorama, pienso que es importante manejar tanto el escepticismo como el optimismo. No estamos solo para ver problemas, la sociedad es más que eso y estamos para ver más allá. Hay que mutar el paradigma, hay que creer en una visión constructora y creadora para zafarnos del engaño de la sociedad colapsada y con un destino inevitablemente igual por el resto de sus días. Se debe tener disposición para traspasar las imágenes de los efectos simplificados que están plasmados en los códigos, hay que canalizar la rabia justa para que sea un motor positivo de transformación, quizás, empezar por reevaluar nuestro papel en las universidades, y sobre todo, en las facultades de Derecho, sea el primer gran paso, y quizás, este escrito sea un pequeño abono para ello.


Escrito por 玛利亚 (María Adelaida Galeano P.)




* Este escrito hace parte de la serie de relatos Experiencia de Vida en China, que a manera de diario de viaje comparte una de las integrantes del Semillero de Investigación en Sociología del Derecho y Teorías Jurídicas Críticas a partir de su vivencia académica en ese país. Los demás capítulos se pueden encontrar en la sección Descubriendo China de este blog.
* * 不入虎穴,焉得虎子。(bú rù hǔ xué, yān děi hǔ zǐ).
[1] Antes de avanzar explicaré brevemente mi perspectiva sobre el trasfondo en el que se ubica la disciplina jurídica. Partiendo del entendido de que la sociedad se rige por diferentes fuerzas sociales, por un lado, las que identifico como fuerzas sociales con autoridad no declarada, como lo vendrían a ser los Medios de Comunicación, la Cultura, el Arte, la Religión y las Prácticas Sociales, por el otro lado nos encontraríamos con las fuerzas sociales con autoridad directa, entre ellas, la Política, la Economía, y finalmente, el Derecho. Esta última fuerza social goza de un gran poder en tanto se caracteriza por su potestad para configurar realidades, ordenar socialmente y algo de suma importancia: lograr tocar la vida de las personas y el tejido social; debido a que cruza la frontera organizativa (lo cual, diría que es a causa de una necesidad dada por nuestra calidad de seres humanos y construida porque requerimos formas de convivir), implica que su intervención llegue a consecuencias profundas, hasta el punto de definir existencias y el rumbo que han de seguir, o inclusive, dejarles sin rumbo fijo.
[2] Respecto a estas últimas ideas hago una aclaración. Las vías para resolver los conflictos en el Derecho diferentes a la judicial, esto es, las que atañen a Mecanismos Alternativos de Resolución de Conflictos, por la casuística que les compete, no implican para el Derecho y no ocupan en él una posición más globalizada que gane espacio como para que otras formas más amables y creativas de resolver los conflictos sean un consolidado a gran escala.  

domingo, 24 de noviembre de 2013

CAPÍTULO 5: “DAWAI”, MI NUEVO HOGAR*

(De la Serie: Experiencia de Vida en China)


Con el agua cerca se conoce el pez, con la montaña cerca se conoce el canto del ave.**
Refrán chino

El estar y vivir en un nuevo ambiente universitario es uno de esos cambios significativos que marcan esta experiencia. De hecho, era una de las cosas que más curiosidad me generaba antes de emprender el recorrido, cómo sería lo académico, el ritmo de estudio, la Universidad misma, o el primer día de clases en un sitio tan remoto del cual me costaba hacer un diseño imaginario o una representación mental, y al que me acercaba poco a poco, con ansias de sumergirme en ese mundo que me abría la puerta para asistir a un encuentro misterioso y hasta mágico.

Encontrándome ya en la Universidad de lenguas Extranjeras de Dalian (大连外国语大学) la lista de trámites pendientes no estaba cumplida en su totalidad, así que tuve que ocuparme de los últimos detalles antes de comenzar esta etapa educativa; y aquí mismo estaba, en un espacio fresco para empezar a ver y a sentir como la propia casa: “Dawai” (大外), denominación por la que es igualmente conocida esta institución entre las personas.

El cambiar los pesados códigos atiborrados de normas y de comentarios, las variadas lecturas que todavía reposarán en la fotocopiadora del segundo piso de la Facultad, o las carpetas de los usuarios del Consultorio Jurídico, por textos con cientos de caracteres y vocabulario nuevo, un diccionario, y un par de cuadernos, fue al comienzo una curiosa situación que me hacía preguntar por la hora en la que había pasado todo. Venir a China a continuar con el estudio del idioma chino-mandarín, propósito claro, ¿y lo demás?, algo por descubrir, algo por fabricar.

El primer día en que apenas me aventuraba con mis compañeros a recorrer la Universidad y en busca del School of Chinese Studies, para intentar culminar con tanto trámite, se constituyó en uno de esos pasajes simples de la vida que logró dejar huella imborrable en mi memoria. Las aceras y las calles repletas de gente, de universitarios, que parecían salir de todos lados y venir hacia nosotros y nosotros ir hacia ellos, observando por primera vez lo que luego se volvería cotidiano, e intentando distinguir entre rostros al principio todos tan igualitos. Presenciar esto, o como aquí se diría, 人山人海***, en una mañana de tantas en la que todos salían desde sus dormitorios para dirigirse a sus salones de clase, significó un encuentro especial.

Indudablemente ha sido un viaje en el que las sorpresas parecieran estar por todas partes y no cesar. Este es el caso entonces del campus universitario, en el que he podido vivenciar un contraste respecto a lo que ya me había acostumbrado en cuanto a aspectos que implica la educación superior. 

Universidad de Lenguas Extranjeras de Dalian
(大连外国语大学)
Quizás la primera impresión que me generó el recorrer las instalaciones de la Universidad fue la de una atmósfera impecable, y no es para menos, la limpieza en los diferentes sitios, el orden en los restaurantes, en cada rincón, como si todo gozara de una perfección estética, no pueden emanar una sensación diferente. El solo hecho de pasearse por los pasillos, entre los salones, ver las carteleras cuidadosamente ubicadas en el sitio destinado para ello, casi convencen de que nada puede romper un equilibrio calculado encargado de determinar posiciones, sucesos, composición y momentos.    

A veces me transporto mentalmente para traer recuerdos cercanos a esta clase de aspectos físicos de mi alma máter en Colombia, lo que me hace añorar esos lugares en los que cualquier cosa podía pasar y de los que se podía esperar que aparecieran personajes de todo tipo, en los que las mesas, algunas medio desbaratadas, siempre estaban repletas de gente, y en los caminos que, cuando uno menos pensaba, lo sorprendían con mensajes pintados en el suelo o con rayones expresando frases sugestivas en las paredes.

Universidad de Lenguas Extranjeras de Dalian
(大连外国语大学)
Aquí las flores y los arbustos, allá los frondosos y hermosos árboles; aquí un lindo lago, allá una fuente (¡la fuente!); aquí los horarios sincronizados, allá una fluctuación constante de clases; aquí las cámaras de seguridad posando con naturalidad, allá también están, pero con las discusiones que han traído consigo; aquí las ventas informales de estudiantes todas en hilerita, allá lo mismo, pero sin tal sentido de uniformidad. Aquí la organización y la calidez de un encantador panorama, allá la energía de una mezcla de pensamientos que brotan imparablemente por doquier y vuelven todo imprevisible. Aquí lo que identifico extraño se salvaguarda en un marco de normalidad, allá es normal todo lo que escapara a un estricto sentido común organizativo. Aquí Oriente, allá Occidente.

Indudablemente un espacio que rompe con los esquemas a los que estaba habituada. Otra forma de ver las cosas, desde su perspectiva opuesta, si se quiere; poniéndome a reflexionar en ambos extremos, en realidades distantes con dinámicas y lazos creados bajo significados propios, lógicas construidas desde otro sentido de armonía y movimiento, con otras simetrías y un compás definido a partir de miradas que no tendrían por qué pretender ser semejantes.

Ahora que me detengo a escribir todo esto entiendo que la oportunidad de construir un estilo de vida alejado de “un pasado” que brindaba esos esquemas sensoriales y hasta mentales, a los que ya hice referencia una vez, implica un redescubrimiento de posibilidades, algo así como caer en una dimensión a la que se llega con las herramientas proporcionadas por otra, para desarmarlas, reinventarlas, fortalecerlas, ponerlas a prueba, controvertirlas y elaborarlas una vez más a partir de análisis nacientes, de una inspiración quizás más serena.    


Universidad de Lenguas Extranjeras de Dalian
(大连外国语大学)
 
Escrito por 玛利亚 (María Adelaida Galeano P.)



* Este escrito hace parte de la serie de relatos Experiencia de Vida en China, que a manera de diario de viaje comparte una de las integrantes del Semillero de Investigación en Sociología del Derecho y Teorías Jurídicas Críticas a partir de su vivencia académica en ese país. Los demás capítulos se pueden encontrar en la sección Descubriendo China de este blog.
** 近水知鱼性,近山识鸟音。(jìn shuǐ zhī yú xìng, jìn shān shi niǎo yīn).
*** Mar o multitud de personas (rén shān rén hǎi).

sábado, 19 de octubre de 2013

CAPÍTULO 3: ESTO HUELE A CHINA… *

(De la Serie: Experiencia de Vida en China)


Una hoja que obstaculiza la vista, impide ver la montaña Taishan.**
Modismo chino

Había llegado la hora, era momento de partir y no había marcha atrás, la suerte estaba echada y las apuestas por lanzarse a una nueva etapa habían alcanzado su punto; la alegría, el susto, la ansiedad y la emoción por fin se encontraban frente a su determinante causa. Iba camino al aeropuerto, no se me olvida que la luna estaba llena, así que gozaba de su belleza en la que sería mi última noche en Colombia, anhelando que esto quizás pudiera significar un buen presagio.

Luego, el cruzar la puerta, la última, mientras me alejaba poco a poco de algunos de mis familiares; tomar las maletas de mano, una chaqueta y dar el paso definitivo, esperando dejar, esperando llevar, esperando ir por más… cargando ilusiones e impulsada por sueños.

El tener la oportunidad de vivir un recorrido entre largas esperas en los aeropuertos y eternas horas de vuelo tiene su mayor impacto en los sentidos. No se puede escapar entonces a cosas tan sencillas y profundas como lo es la sensación de despegar, o ver cómo se confunden el azul del cielo y el azul del mar a través de la ventana, y a medida que se va avanzando, observar que cada vez son más los rostros con rasgos orientales los que ocupan los asientos de los aviones.      

Esta experiencia de viajar y después llegar a un país extranjero, además de la adrenalina que por supuesto implica y de las características obvias que lo rodean me traen a la mente algunas reflexiones; y es que antes de cualquier análisis concienzudo sobre los aspectos culturales o sociales que uno se pudiera formular, se derivan elaboraciones precisamente a partir de esos detalles mínimos. 

Lo que más me cuestiona tiene que ver con las formas. A lo que me refiero es a que cuando nos acostumbramos a vivir en un entorno específico, este definitivamente tiende a determinarnos, él mismo nos indica cómo relacionarnos y qué hacer para encajar en él. El salir a otros espacios y ver otras figuras, degustar otros sabores, entender otras lógicas, escuchar otra articulación de palabras en el habla, en fin, sentir y percibir diferente, trae consigo un ambiente fresco para el cuerpo que estaba ya habituado a otra realidad, o mejor, a su realidad.

Y es que luego de dos días y medio de viaje, al momento de llegar, e incluso hasta unas semanas después, todavía se me venían a la memoria recuerdos tan vivos de los sitios, de la gente, de mi tierra, respecto al cual habría desarrollado un sentido de pertenencia, haciendo que este encuentro inevitablemente me rodeara de una serie de preguntas, simples y razonables al mismo tiempo, basadas en los por qué: ¿Por qué la gente actúa de cierta manera? ¿Por qué ese olor característico que parece inundar todos los lugares? ¿Por qué se acostumbra a hacer lo uno o lo otro? ¿Por qué en las calles los semáforos parecen estar al revés? ¿Por qué a veces la luna se ve de color amarillo? ¿Por qué, por qué, por qué…?

Me surge la inquietud de si podríamos hablar entonces de esquemas sensoriales. Es decir, ¿Hasta qué punto desarrollamos cierta dependencia o qué tan ligados estamos a los componentes de nuestra realidad inmediata? ¿Hasta qué punto nuestros sentidos logran acostumbrarse a las formas, a las figuras, a ciertas vías para interactuar y construir el entorno? Y si efectivamente nuestros sentidos están influenciados en tal medida, ¿terminaría esto por generar también en nosotros esquemas mentales de otro tipo?

El crecer y el estar inmersos en determinada cultura, bajo ciertos parámetros sociales y siguiendo prácticas repetitivas que nos ubican en algún sitio y nos dan identidad, pareciera tener un efecto que nos va acondicionando como sujetos, que nos impide sorprendernos, que nos adecúa, fácilmente ocasionando que nuestra perspectiva de todo lo que sucede alrededor goce de perfecta normalidad.

El vivir esto me pone a pensar en que quizás deberíamos rescatar ese momento, esa hora de la vida, en que todo era un por qué, cuando todavía cualquier objeto o acontecer era algo nuevo, cuando a todo se le buscaba una razón, cuando a todo se le encontraba una “gracia”.

¿Por qué no cuestionar y hacer visibles para nosotros mismos esos esquemas sensoriales, o quizás las sospechas de esquemas mentales? ¿Por qué no mantener despierto el espíritu inquieto?

Defiendo la idea de que ante todo somos humanos, seres sensibles, y de allí lo importante de tener un sentido de admiración hacia la naturaleza, las tradiciones, los diversos saberes. Lo interesante entonces está también en ser conscientes de que esta construcción está mediada no solo por sensaciones, también el tejido social en el que nos educamos o desenvolvemos maneja sus propias “directrices”, que menos o más intuitivas, se apropian de una dinámica de vida, y no por eso han de dejar de ser susceptibles a cuestionamientos.     



Escrito por 玛利亚 (María Adelaida Galeano P.)




* Este escrito hace parte de la serie de relatos Experiencia de Vida en China, que a manera de diario de viaje comparte una de las integrantes del Semillero de Investigación en Sociología del Derecho y Teorías Jurídicas Críticas a partir de su vivencia académica en ese país. Los demás capítulos se pueden encontrar en la sección Descubriendo China de este blog.
**一叶章目,不见泰山。(yīyèzhàngmù, bùjiàn tàishān).