Carta
abierta al Señor Presidente de la República de Colombia
A
propósito de los Acuerdos del proceso de paz
Medellín, octubre 14 de
2016
Señor
JUAN MANUEL SANTOS
CALDERÓN
Presidente de la
República de Colombia
Presente
Cordial saludo;
Los profesores de la Facultad de Derecho y
Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia, reunidos en claustro durante
los días 12 y 13 de octubre del presente año, nos dirigimos a Usted para
manifestarle, además de nuestro apoyo, nuestras apreciaciones y preocupaciones
sobre el estado actual de la discusión en torno a los Acuerdos del proceso de
paz:
Reconocemos los grandes esfuerzos que han hecho el gobierno
que Usted preside, sus comisionados y los de las FARC-EP, que culminaron en los
Acuerdos que fueron hechos públicos ya en forma completa hace algunas semanas y
firmados en la ciudad de Cartagena el pasado 26 de septiembre. Esos Acuerdos
han sido el fruto de una negociación relativamente larga y sumamente compleja,
en la cual las partes se hicieron concesiones mutuas, con el propósito de
terminar el conflicto armado que han mantenido, durante varias décadas, el
Estado colombiano y las FARC-EP.
A pesar de los
resultados del plebiscito realizado el 2 de octubre, es claro que:
Las razones de quienes apoyaron el SÍ y
particularmente el NO, la opción finalmente triunfadora, no fueron homogéneas y
por lo tanto nos parece un elemental ejercicio democrático que esas voces sean
oídas y tenidas en cuenta en la medida en que no desvirtúen la estructura
fundamental de los Acuerdos que entendemos, son el inventario de unas reformas
inaplazables que se hacen necesarias para construir un país mejor.
Adicionalmente, no debe desvirtuarse el modelo acordado de justicia
transicional, que tal como está concebido, representa una gran oportunidad para
que el país finalmente reconozca y redignifique a las víctimas entendiendo que
ellas son el eje de esta forma específica de hacer justicia, y por lo tanto no
puede haber lugar a resucitar viejas formas retributivas, que casi siempre
están emparentadas con la venganza y que se convertirían, sin lugar a dudas, en
un obstáculo para lograr la reconciliación entre todos los colombianos.
Tal vez uno de los mayores méritos que le vemos a los
Acuerdos, es que abren la posibilidad para que todas las corrientes de opinión
puedan hacer política sin armas, y dejar atrás el conflicto que tantas
víctimas, dolor y tragedia nos ha ocasionado; asimismo, el modelo de justicia
transicional acordado, que permitiría saber la verdad sobre lo sucedido es
condición indispensable para la no repetición y una de las formas de hacerle
justicia a las víctimas.
Creemos que los resultados del plebiscito hacen
parte de un conjunto complejo de hechos políticos que deben analizarse de
manera integral. Nos parece importante resaltar el mapa de las votaciones en
aras de entender la complejidad de la democracia en Colombia, pues no es
gratuito que en muchas de las poblaciones en donde más se ha sufrido el
conflicto armado haya ganado la opción del SÍ. Además con una diferencia
nacional mínima entre el SÍ y el NO, y con poblaciones muy afectadas que tanto
en las urnas como en la calle claman por la paz, no se puede desconocer las
voces del SÍ.
Usted, como Presidente de la República, conserva
sus facultades y responsabilidades constitucionales como máxima autoridad en el
manejo del orden público y en la búsqueda de la paz, derecho fundamental de
todos los colombianos. En su reelección, señor Presidente, Usted recibió un
mandato para llegar a un acuerdo de paz con los grupos alzados en armas y el
plebiscito como hecho político por excelencia, debe ser valorado como tal y por
lo tanto, hay que atender a las condiciones políticas que su misma realización
ha generado, como haber reactivado el propósito de la paz, en amplios sectores
que no se habían pronunciado anteriormente.
Los Acuerdos de La Habana contienen en muchos de
los compromisos que allí se han consignado, una manera de cumplir las promesas
que los colombianos nos hicimos como Nación, en la Constitución de 1991 y por
lo tanto, esta es una oportunidad para hacer realidad gran parte de esas
promesas incumplidas.
Los Acuerdos de La Habana, si bien son
perfectibles, no deben desestructurarse porque sería perder una oportunidad que
seguramente no volveríamos a tener en mucho tiempo, como tampoco sería deseable
que una eventual renegociación birlara derechos y garantías ganadas en la
Constitución de 1991.
Confiamos entonces, en que la tenacidad y los riesgos
políticos que el país y Usted como Presidente han corrido en la construcción de
este proceso de paz no sean desatendidos ahora, y que una vez hechos los
ajustes que la mesa de La Habana estime necesarios, estos sean puestos en
marcha como la gran oportunidad para el futuro de nuestro país.
Es obvio que estos Acuerdos no son la paz, sino
apenas el comienzo de un largo y seguramente difícil camino hacia su
construcción. La democracia no consiste en la unanimidad ni tampoco en una
pretendida sociedad sin conflictos. La paz, consiste básicamente, en que
podamos tramitar nuestros conflictos sin la apelación a las armas y sobre todo,
en una sociedad tan inequitativa como la nuestra, en brindarle oportunidades a
aquellos que siempre han sido relegados y desconocidos. Solo así podremos
construir un país de verdaderos ciudadanos en el que nos aproximemos a una
igualdad material y donde cada cual pueda expresar sus ideas, sin el temor de
que las armas sean los árbitros de las disputas.
Nuestro más profundo convencimiento es que los Acuerdos son
el primer paso para la construcción de ese país que tanto hemos soñado y que
ahora parece posible alcanzar. En este sentido reiteramos nuestro apoyo y le
solicitamos entonces, en su calidad de Jefe de Estado, no permitir dilaciones
en el desarrollo de este proceso.
Atentamente,
CLAUSTRO DE PROFESORES
Facultad de Derecho y Ciencias
Políticas
Universidad de Antioquia
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