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martes, 27 de septiembre de 2016

VOTAR NO, "HOMO HOMINI LUPUS".


Larry A. Isaza Marín.

En los parques, en las aulas, en las calles, en los bares, en la casa; se escucha discutir el sentido de nuestro voto el próximo 2 de octubre, la discusión del apoyo o no a los acuerdos de la Habana, han invadido todos los espacios, señal ya, del trascendente momento que estamos viviendo todos los colombianos; voces de una y otra posición, van y vienen, en diferentes tonos.

Considero que mi “Sí” tiene niveles; mi “sí” en los foros públicos es aguerrido, lo defiendo con vehemencia y convicción, se lanzan palabras sin pensar que efectos tendrán en mi interlocutor, se comienza con los argumentos fuertes, con la firme idea que las razones de mi “sí” persuadan el “no” de mi interlocutor, cuando se da uno cuenta, que los argumentos chocan contra una especie de muro impenetrable, se hace uso de la ironía y la sátira, para mermar importancia o caricaturizar la posición adversa; cuestión diferente en el foro privado; la casa, la familia; con ellos las palabras que zanjen nuestras diferencias, en cuanto al apoyo o no de los acuerdos, deben ser pensadas, no lanzar palabras que hieran y dividan, los argumentos deben ser construidos con tacto, y cuando veamos que chocan contra el muro impenetrable, se hace uso de un abrazo y un beso.

Hoy, hago mi último intento, para persuadir en el foro privado, el “sí” de mi madre y mi suegra, y, quisiera de entrada decir, que el amor que ambas me han prodigado, es tremendamente contradictorio con el necrófilo “no” que defienden, es contradictorio con el discurso del odio que repiten y es contradictorio con los argumentos lanzados; el “no” al que se aferran, amadas mujeres, es un grito a la muerte, al odio y la venganza; contrario a lo que he aprendido de ustedes, de sus vidas, que son un constante grito a la vida, el amor y el perdón.


Imagen tomada de: http://www.healingbirthcenter.com/matriarchs/


He leído, analizado y discutido, el documento contentivo del acuerdo final en la Habana; soy consciente que tiene errores, soy consciente que no es perfecto y soy consciente que no es la paz, pero también, soy consciente que es la esperanza de mi generación, de pensar en la posibilidad de una paz, de una paz con justicia, de una paz equitativa, de una paz de la cotidianidad; quiero que cuando sea padre, mi única preocupación cuando mis hijos salgan a recorrer este país, sea el de su felicidad, y que, sí hayan disfrutado de sus inmensas bellezas, y no sufrir, las preocupaciones suyas cuando salimos de casa, no quiero tener que vivir con la preocupación constate de la muerte, me resisto incluso a pensarlo. 

Todos los días me pregunto,  ¿Por qué son tan incrédulas? ¿Por qué eligen el “no”, el camino más tortuoso?, y vienen respuestas como, pues claro si nacieron en el conflicto, toda una vida viendo las mismas noticias de muerte y destrucción, viendo atrocidades que seguro, las entiendo, son muy difíciles de perdonar, y asimilar el día de hoy; creo que eso explica la afirmación de mi madre – mijo no sea iluso en Colombia no va haber paz nunca - y para mí, lo difícil es pensar eso, que no haya nunca paz, que el homo homini lupus sea la constante, madre hoy quiero que sepas que  se puede querer que se pueda, como dice la canción.

Dentro de los acuerdos se habla de justicia prospectiva, con ello se quiere, que las decisiones de hoy sean pensadas para las futuras generaciones de colombianos y colombianas, donde seguro están los hijos de sus hijos e hijas, donde de hecho ya está Miguel Ángel, considero que la justicia prospectiva lleva implícito también el pasado, porque la decisión que tomen debe responder la siguiente pregunta ¿Qué de mi vida y mis vivencias no quiero que se repita en mis hijos, mis nietos y toda mi descendencia? Y creo que la respuesta es la guerra, estoy seguro de eso, que ustedes no quieren guerra para nuestros hijos.

Quiero que al necrófilo viva la muerte detrás del “no”, se le imponga el biófilo viva la vida del “sí”, como alguna vez Unamuno se lo gritó al insensato y decrepito Millán Astray; al final, independiente de lo que decidan mi amor por ustedes está intacto, hoy más que nunca. 

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