Comunidad
de la Vereda Granizal y Abogacía Popular
¡Por el agua y la dignidad!
Así como no existe un derecho neutro, tampoco existe una práctica jurídica neutra
Miguel Pressburguer
10:15 am.- Edificio Atlas, Juzgados Administrativos
de Medellín. No se podían entrar pancartas, grabar o “hacer bulla”. Chocaban
dos racionalidades distintas: la de los movimientos sociales y la de la
burocracia estatal. Una expresiva, gráfica, sonora, emocional; la otra, insulsa,
quieta, racional.
10:20 am.- Se autoriza el ingreso de manera ordenada,
las pancartas, la grabación, pero no la “bulla”. Desfiló entonces, entre el
detector de metales y la mirada atenta de los guardianes, la Comunidad de la
Vereda Granizal. La circulación de corbatas y tacones se vio interrumpida por
el tránsito de gentes que no necesitan mostrar cosa distinta a lo que son. Y lo
hicieron con una inusual mezcla de entusiasmo y serenidad: la calma y la
firmeza de quienes llevan años en la lucha, pero se mantienen: los
imprescindibles, siguiendo a Bertolt Brecht.
10:30 am.- Se entregan los papeles y
las letras en la ventanilla de “apoyo judicial”. Todos rodeamos el acto, pero
era más que un acto, era un símbolo, uno poderoso. No hay palabras.
Poderdantes, apoderado, radicación,
presentación personal, acción, caducidad… muchos conceptos jurídicos en juego,
ninguno importaba. Ninguno importa.
La funcionaria recibe, cuenta, revisa,
se cerciora y pone su sello. Con la copia de la ejecutoria en nuestras manos,
aplaudimos: aplauso entusiasta y sereno.
De este modo, el desvencijado engranaje
jurisdiccional se activa renovando la promesa de dar el derecho.
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Y el derecho en cuestión, en nuestro
caso, es el derecho al agua potable, pero también se trata de los derechos a la
vida, a la ciudad, a la no repetición, a la reparación, a la dignidad. Alzando
estas banderas se encuentra la Comunidad de la Vereda Granizal, que hace 20
años sobrevive con agua no apta para el consumo humano.
Asentadas en las laderas del municipio
de Bello, las miles de personas que la integran, son las víctimas de los
grandes problemas del país, la violencia y la exclusión. Todas ellas resisten.
Sin acueducto, alcantarillado, servicios públicos, derechos sociales, vías,
pero resisten. Y lo hacen con el acompañamiento de la Universidad Pública que
llegó allí con la Facultad de Medicina, emulando la filosofía y las prácticas
de Héctor Abad Gómez.
Este defensor de los derechos humanos,
reacio a la práctica tradicional de la medicina, privada, individual y
reactiva, se aprestó a darle sentido político y social a su profesión y se
convirtió en el médico social por antonomasia. Llevó a la medicina, como
profesión liberal, a la preocupación por la justicia social, haciéndola pública,
colectiva y preventiva.
La abogacía, también profesión liberal,
no es ajena a esas posibilidades. Y no lo es, entre otras cosas, porque su herramienta,
el derecho, es una amalgama de discursos y proyectos socio-políticos. Por ello,
nadie que lo estudie y lo practique puede hacerlo sin respaldar un grupo o un
interés. Ni siquiera los que dicen no hacerlo: los neutrales, los apolíticos,
los correctos. Ni siquiera ellos.
Así, por efecto de su naturaleza
política, la abogacía puede ser pública y social, dando respaldo a las causas
que luchan por la democracia, la libertad y la justicia social, valores todos
cuya realización necesariamente pasa por la redistribución de los bienes
sociales, entre ellos, el agua.
Y como la abogacía, entonces, puede ser
popular, es fácil de entender el acompañamiento que el Consultorio Jurídico de
la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas hace a la Comunidad de Granizal.
El Semillero de Sociología del Derecho
y Teorías Jurídicas Críticas, se hace partícipe de ello bajo el entendimiento
de que la reflexión sobre las funciones socio-políticas del derecho, el estudio
de las teorías y los movimientos jurídicos críticos, el conocimiento de conceptos como el uso
alternativo del derecho, el litigio estratégico, los servicios legales
alternativos; bajo el entendimiento, repito, de que todos estos asuntos no
tienen sentido si no son, también, orientaciones para la acción. Se trata,
pues, de ser juristas orgánicos y poner nuestro conocimiento al servicio de la
transformación social.
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10:35 am.- Hemos salido del edificio.
La lucha había comenzado hace mucho tiempo, pero ahora empezaba una nueva
batalla porque, como señalaba Von Ihering, “todo
derecho en el mundo ha sido logrado por la lucha, todo precepto jurídico
importante ha tenido primero que ser arrancado a aquellos que le resisten, y
todo derecho, tanto el derecho de un pueblo como el de un individuo, presupone
la disposición constante para su afirmación.”
Gonzalo
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