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martes, 26 de mayo de 2015

DELIBERADAMENTE VOY A DEFORMAR EL ESCRITO QUE SE ME PIDE, EN UN TIPO DE ANECDOTARIO-RESEÑA



Fuente: http://www.udea.edu.co/portal/page/portal/bibliotecaAlmaMater/secciones/analisis/2013/En%20defensa%20de%20la%20autonomía%20personal 


Recuerdo con pasión el texto que inauguró mi carrera de Derecho “Temas de introducción al Derecho”, por varias razones: la primera, porque fue la causa de muchos trasnochos, tratando de entender el denso texto para el no iniciado en el tema; la segunda, por la satisfacción conceptual que arroja al entenderlo y por los cimientos teóricos que deja al enérgico pichón de abogado, y, la tercera, porque fue escrito por Carlos Gaviria Díaz,  profesor que por más de 30 años impartió la Cátedra de Introducción al estudio del Derecho en la Universidad de Antioquia.

Quizás fue esa la primera aproximación consciente al tremendo maestro Carlos Gaviria Díaz, posteriormente fueron muchos los lugares y momentos de encuentro; pero son dos los momentos que recuerdo con especial aprecio: uno, en la Cátedra de la rectoría de la UdeA, después de terminar su conferencia en la cual estuvo también Juan Carlos Henao, le quise hacer una pregunta que no sabía expresar, él al notarlo, me dijo – relájese, aclare sus ideas, luego las expresa – y posteriormente nos compartió una anécdota de Ludwing Wittgenstein y su profesor Bertrand Russell a los que estábamos allí; el segundo momento fue en la Universidad Andina Simón Bolívar en la ciudad de Quito, allí sí pude dialogar  con el profesor, un momento de felicidad académica inmensa. 

Y, sin hesitación, Carlos Gaviria inspira pasión Académica, porque es vivo ejemplo de coherencia, tan pero tan difícil en la vida. Y es allí donde ubico el legado inconmensurable, de ese ser maravilloso, para el constitucionalismo democrático, la profesión jurídica y la ciudadanía en general.

¿Por qué es importante educar en democracia? Es la pregunta ineludible que hoy deben plantearse absolutamente todas las instituciones educativas, pues subyace a ella una dicotomía fundamental para el futuro de la educación y la sociedad: educar en democracia o educar para el mercado, y ahí encontramos el problema y la alternativa. Digo el problema, porque cada vez más el mercado marca el derrotero educacional, relegando las humanidades, disciplinas cada vez más arrinconadas, pero tan necesarias para pensarnos y comprender nuestro contexto.  Y la alternativa, nos la plantea Carlos antes de morir, apostar a construir ciudadanos fuertes, en su última conferencia  y muchos otros espacios donde sus ideas llegan a lo más profundo del entendimiento.

Pero, ¿qué es educar en democracia? Educar en democracia es potenciar la autonomía, es educar en la libertad, es educar en la diferencia y para la diferencia, de esta forma es posible el fortalecimiento de una democracia material, de una democracia funcional, en fin, de una verdadera democracia. Y, ¿cómo es posible ese cometido? su entrañable ideología libertaria nos daba la respuesta; dejar al hombre ser hombre,  abocarlo a pensar, no arrebatarle el derecho de autodeterminarse, dejarlo decidir su rumbo.

Así, se logra la construcción del sujeto de la democracia, el pueblo; personas educadas con criterios sólidos de decisión consciente; se transforma, no siendo más una masa amorfa funcional a la demagogia, sino una multitud pensante que construye su rumbo en comunidad.

Sí, la apuesta ideológica, política y académica de Carlos Gaviria Díaz encontraba en la educación su principio y su fin, una educación así planteada, generaba el cimiento inquebrantable de una comunidad pensante y consciente.

Su labor académica, jurídica y política, atestiguan su convencimiento inamovible hacia la libertad y la democracia, lo demuestra: su labor como profesor en todo momento, sintiéndose obligado a aportar claridad discursiva; su labor como jurista, generando precedentes hitos donde plasma, como una calca sin traición, sus principios férreos libertarios, es muy delicioso leer sus sentencias cargadas de alta fundamentación, de argumentos que seducen  y verdaderamente persuaden.

Colombia, este país de contrastes y contradicciones, fue tratada por el profesor como una adulta – robando la palabra de la luciérnaga –  condenada a ser libre, luchando siempre por los derechos individuales conectados profundamente con el liberalismo político; casi que su actuar se puede leer como una constante e infatigable lucha para que el hombre asuma su posición de hombre, para que Colombia actuara como adulta y no como una niña malcriada.

Y finalizando, su ser deja en mí, el gusto infinito por la academia, el convencimiento de su poder transformador y la necesidad de estudiar cada vez más para ser un rebelde competente, sin ambigüedades y coherente. Difícil.

Sin duda profesor Rodrigo Uprimny, Carlos Gaviria es nuestro Sócrates.


Larry Alexis Isaza Marín estudiante de intercambio Universidad Nacional de Colombia. Reseña para la Cátedra de Teoría Constitucional de la Universidad Nacional de Colombia sede Bogotá.


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