Fuente: http://www.udea.edu.co/portal/page/portal/bibliotecaAlmaMater/secciones/analisis/2013/En%20defensa%20de%20la%20autonomía%20personal
Recuerdo con
pasión el texto que inauguró mi carrera de Derecho “Temas de introducción al Derecho”, por varias razones: la primera,
porque fue la causa de muchos trasnochos, tratando de entender el denso texto
para el no iniciado en el tema; la segunda, por la satisfacción conceptual que
arroja al entenderlo y por los cimientos teóricos que deja al enérgico pichón
de abogado, y, la tercera, porque fue escrito por Carlos Gaviria Díaz, profesor que por más de 30 años impartió la
Cátedra de Introducción al estudio del Derecho en la Universidad de Antioquia.
Quizás fue esa la
primera aproximación consciente al tremendo maestro Carlos Gaviria Díaz, posteriormente
fueron muchos los lugares y momentos de encuentro; pero son dos los momentos
que recuerdo con especial aprecio: uno, en la Cátedra de la rectoría de la
UdeA, después de terminar su conferencia en la cual estuvo también Juan Carlos
Henao, le quise hacer una pregunta que no sabía expresar, él al notarlo, me
dijo – relájese, aclare sus ideas, luego las expresa – y posteriormente nos
compartió una anécdota de Ludwing Wittgenstein y su profesor Bertrand Russell a
los que estábamos allí; el segundo momento fue en la Universidad Andina Simón
Bolívar en la ciudad de Quito, allí sí pude dialogar con el profesor, un momento de felicidad
académica inmensa.
Y, sin hesitación,
Carlos Gaviria inspira pasión Académica, porque es vivo ejemplo de coherencia,
tan pero tan difícil en la vida. Y es allí donde ubico el legado inconmensurable,
de ese ser maravilloso, para el constitucionalismo democrático, la profesión
jurídica y la ciudadanía en general.
¿Por qué es
importante educar en democracia? Es la pregunta ineludible que hoy deben
plantearse absolutamente todas las instituciones educativas, pues subyace a
ella una dicotomía fundamental para el futuro de la educación y la sociedad:
educar en democracia o educar para el mercado, y ahí encontramos el problema y
la alternativa. Digo el problema, porque cada vez más el mercado marca el
derrotero educacional, relegando las humanidades, disciplinas cada vez más
arrinconadas, pero tan necesarias para pensarnos y comprender nuestro
contexto. Y la alternativa, nos la
plantea Carlos antes de morir, apostar a construir ciudadanos fuertes, en su
última conferencia y muchos otros
espacios donde sus ideas llegan a lo más profundo del entendimiento.
Pero, ¿qué es
educar en democracia? Educar en democracia es potenciar la autonomía, es educar
en la libertad, es educar en la diferencia y para la diferencia, de esta forma
es posible el fortalecimiento de una democracia material, de una democracia
funcional, en fin, de una verdadera democracia. Y, ¿cómo es posible ese
cometido? su entrañable ideología libertaria nos daba la respuesta; dejar al
hombre ser hombre, abocarlo a pensar, no
arrebatarle el derecho de autodeterminarse, dejarlo decidir su rumbo.
Así, se logra la
construcción del sujeto de la democracia, el pueblo; personas educadas con
criterios sólidos de decisión
consciente; se transforma, no siendo más una masa amorfa funcional a la
demagogia, sino una multitud pensante que construye su rumbo en comunidad.
Sí, la apuesta
ideológica, política y académica de Carlos Gaviria Díaz encontraba en la
educación su principio y su fin, una educación así planteada, generaba el
cimiento inquebrantable de una comunidad pensante y consciente.
Su labor
académica, jurídica y política, atestiguan su convencimiento inamovible hacia
la libertad y la democracia, lo demuestra: su labor como profesor en todo
momento, sintiéndose obligado a aportar claridad discursiva; su labor como
jurista, generando precedentes hitos donde plasma, como una calca sin traición,
sus principios férreos libertarios, es muy delicioso leer sus sentencias
cargadas de alta fundamentación, de argumentos que seducen y verdaderamente persuaden.
Colombia, este
país de contrastes y contradicciones, fue tratada por el profesor como una
adulta – robando la palabra de la luciérnaga –
condenada a ser libre, luchando siempre por los derechos individuales
conectados profundamente con el liberalismo político; casi que su actuar se
puede leer como una constante e infatigable lucha para que el hombre asuma su
posición de hombre, para que Colombia actuara como adulta y no como una niña
malcriada.
Y finalizando, su
ser deja en mí, el gusto infinito por la academia, el convencimiento de su
poder transformador y la necesidad de estudiar cada vez más para ser un rebelde
competente, sin ambigüedades y coherente. Difícil.
Sin duda profesor
Rodrigo Uprimny, Carlos Gaviria es nuestro Sócrates.
Larry Alexis Isaza Marín estudiante de
intercambio Universidad Nacional de Colombia. Reseña para la Cátedra de Teoría
Constitucional de la Universidad Nacional de Colombia sede Bogotá.
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