(De la Serie: Experiencia de Vida en China)
Las cosas parecidas se juntan, las personas similares se distribuyen en grupo. **
Proverbio
chino
Pasan
los días, las semanas, los meses, y el tren de las emociones y los
acontecimientos que se pasea por las laderas y cascadas orientales sigue fijo
en su marcha; no sólo los asombrosos paisajes que me ofrece a través de sus
ventanas son los que llenan esta experiencia, también la cultura, la
cotidianidad y los demás pasajeros que se suben, que se bajan, y terminan por
convertirse en compañeros de viaje.
Pues
bien, dedicaré este capítulo a uno de esos pasajeros que por circunstancias de
la vida se enteró de mi gusto por la escritura, y en esas, de la existencia de
este blog. Fue quien me sugirió el escribir sobre sus retos en una China que
había soñado, pero que terminó por identificar luego como el sitio de los
sucesos extraños, de las maldiciones, y donde habría de nutrirse para el
crecimiento personal; sin dudar en compartir su historia, me abrió sus puertas
para tener un acercamiento a su mundo y así darle forma a lo que no es más que
el resultado de narrativas que se encuentran, pasajes cruzados que alimentan
visiones y ayudan a ampliar el panorama más allá de lo que un par de ojos
pueden captar.
La
protagonista de este relato, a quien llamaré Sabrina[1],
es una mujer joven, que como yo, vino desde el extranjero para profundizar sus
estudios de chino-mandarín en este país. No sabiendo a dónde había venido a
parar, y sin imaginar la cadena de sucesos que se le vendrían encima, se
intentaba adaptar entonces a una nueva experiencia de vida.
Acostumbrada
en su país natal a desenvolverse en el medio urbano, a una familia, a una vida
llevadera, andando con su carácter fuerte a todas partes dispuesta a
desplegarlo ante cualquiera que se le pusiese en frente, a contar con un
servicio de Internet que le diera la talla a sus trajines cibernéticos, Sabrina
tendría que adaptarse a los asuntos consuetudinarios en una zona costera de
China, en un puntito bien alejado del centro de la ciudad de Dalian, donde la
residencia, las aulas, los mini mercados, la vecindad y la vida social estarían
comprimidas en el espacio, todo, en un mismo lugar: Dawai.
Así,
el bullicio de las calles, el comercio, la educación, las amistades, la gente
del barrio y hasta cosas tan sencillas como gozar de un cuarto para sí sola, le
fueron cambiadas y se concentraron dando lugar a una figura unitaria que
supliría en adelante sus variadas facetas que tomaban ya su propia forma, una
muy diferente, para dar comienzo a otro día a día.
Junto
a personalidades que fue identificando como terriblemente problemáticas y
excéntricas, significándole un abrupto cambio desde su llegada, teniendo como
compañeros de clase a quienes fueran sus vecinos que ocupan los apartamentos
del bloque de al lado, del primer piso, o hasta del quinto… apartamentos en los
que también viven sus amistades y enemistades, los conocidos, medio conocidos y
hasta desconocidos; tomaron todos ellos el lugar de coloridos personajes que
marcarían y siguen rodeando su estancia aquí.
Una
de sus mayores provocaciones, sin duda, no es otra cosa entonces que la
convivencia. Rodeada de otras cinco extranjeras en los dormitorios de su casa
fue lo que se constituyó en uno de sus primeros desafíos que la llevaban a
enfrentarse a otras costumbres y maneras de ser, teniendo que soportar muchas
veces las elocuentes y estridentes voces al escuchar uno de esos idiomas que
tanto disgusto le generan.
Rápidamente
Sabrina se integró a los hábitos establecidos entre los estudiantes
extranjeros, una población de adultos jóvenes, en su gran mayoría, y conformada
principalmente por asiáticos, que cargaban igualmente con el reto de
relacionarse en un entorno completamente nuevo, sin jerarquías y bajo una
aparente autoridad institucional cuasi invisible para los discentes foráneos.
Las
clases, las demás habitantes de la casa, los encuentros en los pasillos, y los
amigos de los amigos, eran las nacientes vías para conocer a esta comunidad estudiantil.
Muy pronto, las fiestas, los bailes, las salidas a altas horas de la noche y
las llegadas a la madrugada, fotografías, videos, licor, pasteles de
cumpleaños, etcétera, etcétera… fueron moldeando un vaivén en el cual se dejó
envolver de apariencias que no le permitían ser ella misma, fingiendo un estilo
de vida que no le pertenecía realmente, incompatible con su esencia, y que fue
marcando de a poco un tramo de su historia.
Siguiendo
la rutina como lo es para todos, el levantarse temprano, acudir a las clases en
la mañana y almorzar, para ocupar la tarde en los estudios y demás actividades
que resulten. Toda una travesía que fue implicando para ella un proceso de
adaptación desde asuntos tan cotidianos como aprender a desenvolverse en el
manejo del idioma para comprar la comida y desplazarse hasta la zona de
lavadoras para asear su ropa. Era algo sobre lo que era consciente anticipadamente,
es decir, sabía que al llegar debía hacerse cargo de sí misma y ser
independiente.
Viviendo
en una Universidad donde las opciones de dispersión y entretenimiento lo
constituyen el área deportiva y el teatro, con escasos espacios o prácticas
para la congregación cultural u otro tipo de disfrute que atrajese a la masa
estudiantil, para Sabrina las mínimas opciones de diversión eran superadas con
el establecimiento de una vida social entre amigos de diversas nacionalidades que
le fueron trayendo conflictos y paulatinas decepciones.
Choques culturales, incomprensión entre
personalidades, el darse cuenta de una superficialidad e inmadurez de la gente
que le rodeaba en aquél movido círculo, se convirtieron en motivos suficientes
para ir abandonando ese agitado mar en el que había navegado. Tenía que volver
a ser ella, tenía que regresar y esa dimensión externa ya no tenía que
importarle más. Se convirtió entonces en todo un acto de incomodidad el tener
que sonreírle en los corredores, en las escalas y en los caminos a aquellos
apenas conocidos, conformados por quienes así lo habían sido todo el tiempo y
por quienes habían sido sus amigos alguna vez.
Aprendió paciencia, aprendió serenidad, a
volver a ser fiel a lo que había sido, a ver bondad y a ver otro de los
múltiples lados de la vida, y todavía sigue aprendiendo. Replanteó su camino,
fortaleció sus metas y continúa adelante. Claramente, no es el idioma el único
componente a conquistar, su viaje a China le ha estado demostrando diversos
prismas desde los cuales abordar un camino espinoso y rico a la vez.
A pesar de las tantas disparidades que separan
sus vivencias de las mías, quizás por el hecho de que nuestras historias se han
desarrollado en el mismo ámbito, las tomo como una fuente de conocimiento, una
oportunidad para penetrar otra visión del mundo y lectura del entorno que permiten
comprender otra forma de abordar las situaciones y la elaboración de una
apreciación y un sentir distinto que va profundamente ligado a quien se es, a
un sujeto ya moldeado social y culturalmente, y que finalmente termina en jaque
por cuenta de la sumersión en otra civilización, para Sabrina, una que como
aquellos antagonistas, tampoco ha logrado generarle una impresión lo
suficientemente confortable.
Le agradezco a ella, por haberme invitado a
contar un pedacito de su historia, aunque a muy grandes rasgos y dejando de
lado un cúmulo de detalles y situaciones que no podría abarcar en un solo
escrito, pero que gracias a ellos, he intentado construir una descripción de
manera general, y partiendo de otro ángulo, de una atmósfera que también se
vive, que hace parte de la aventura y termina aportando para entender sujetos, mentalidades,
pasajeros de un tren que igualmente anhelan ser felices.
Escrito por 玛利亚 (María Adelaida Galeano P.)
*
Este escrito hace parte de la serie de relatos Experiencia de Vida en China, que a manera de diario de viaje
comparte una de las integrantes del Semillero de Investigación en Sociología
del Derecho y Teorías Jurídicas Críticas a partir de su vivencia académica en
ese país. Los demás capítulos se pueden encontrar en la sección Descubriendo China de este blog.
**物以类聚,人以群分。(wù yǐ lèi jù , rén yǐ qún fēn).
**物以类聚,人以群分。(wù yǐ lèi jù , rén yǐ qún fēn).
[1]
Las apreciaciones y los sucesos que se narran a continuación son fieles a lo
que ella me ha relatado y a lo que he percibido de su historia. Este capítulo
está publicado bajo su autorización y aprobación. Sus datos personales, como la
nacionalidad y el verdadero nombre, son confidenciales. A ella le agradezco el
haberme compartido sus anécdotas que son un valioso aporte para entender de
forma más amplia, y desde otro plano, esta experiencia.
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