(De la Serie: Experiencia de Vida en China)
Lo que no se encuentra al andar hasta malgastar el zapato de hierro, viene sin invertir esfuerzo. **
Proverbio
chino
Durante once días renuncié a percibir mi entorno como
siempre lo había hecho hasta el momento, para vivir la experiencia como un
verdadero encuentro cultural. Por esos once días China fue mi mundo completo,
un mundo que me mostró paisajes, tradiciones, historia, que me llevó a sentir
su gente, su calle, que me acogió en la ciudad, en su campo, y me ofreció el
calor de hogar. Fue un mundo que me mostró el sentido natural de pensamientos y
visiones tan distintas, para encontrarlas igualmente lógicas y coherentes, para
entender de otra manera aspectos comunes de situaciones humanas.
El
haber ocupado un lugar en una familia oriental, el haber usado aquellas botas
campesinas mientras era testigo de entrañables costumbres y de otros estilos de
vida, jugar a las cartas en una tarde agradable mientras se esperaba para compartir
luego una cena juntos… estar así de cerca de una realidad, estar ahí, entrar a
ser parte y vivirla como si me perteneciera también, era algo que no estaba en
mis planes, algo que hubiera tomado como difícilmente creíble y realizable
cuando apenas iniciaba este viaje, era un suceso de probabilidad remota el toparme
con el mapa del baúl de los tesoros para tener finalmente la complacencia y el
deleite de abrir uno a uno sus cofres.
Pienso
en lo que me queda y en lo que me enseñó tan grandiosa aventura que me inculcó
mayor aprecio y admiración por la gente, y la verdad, lo que más desearía ahora
es trascender el papel de turista que me puso a recorrer con asombro los sitios
que se le aparecían novedosos a sus ojos, que había encontrado en estas tierras
tanta diversión, que escaló hasta fusionarse con un panorama y con una cultura del
cual está lejos de descifrar un sentir todavía más profundo de su realidad
social; quisiera desencarnar ese personaje para mezclarme entre la gente y
entender claramente sus dinámicas, para tener certezas y saberes, para alcanzar
fraternidad o una mejor proximidad con lo que percibe el estudiante, el
anciano, la mujer, el campesino, el joven… para entender hasta lograr
reconocerme plenamente como una entre los demás, como una ciudadana del mundo que hoy está habitando uno de sus rincones.
No
son equivocadas las palabras que alguien me concedió en su momento: lo
aprendido a partir de allí era más valioso que todo el conocimiento adquirido
en las aulas universitarias, y estoy de acuerdo, la vida se me convertía desde
entonces en el mejor ejemplo de educación para el crecimiento humano.
Escrito por 玛利亚 (María Adelaida Galeano P.)
* Este escrito hace parte de la serie
de relatos Experiencia de Vida en China,
que a manera de diario de viaje comparte una de las integrantes del Semillero
de Investigación en Sociología del Derecho y Teorías Jurídicas Críticas a
partir de su vivencia académica en ese país. Los demás capítulos se pueden
encontrar en la sección Descubriendo
China de este blog.
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