El escuchar varias cosas a la vez lleva a la luz, el
creer en una de las partes lleva a lo sombrío.**
Proverbio
chino
Las
experiencias ofrecidas por este segundo viaje fueron más allá de los
reencuentros. Fue también un campamento de verano, que junto con otros
colombianos, me permitió ser testigo del diálogo entre dos culturas, que en
ciertos aspectos muy distintas, no constituyó esto un impedimento para querer
aprender los unos de los otros y ser amigos.
Fue profundamente
especial tener la oportunidad de escuchar a maestros chinos que hablando, a
veces en español y a veces en su propia lengua, daban a conocer las costumbres
y pensamientos de su sociedad oriental. Daba inmensa alegría cuando estudiantes
chinos nos daban la bienvenida y nos acogían cálidamente en sus aulas universitarias
para divertirse y mostrarnos quiénes son.
Observaba a
unos colombianos, o “locombianos”, como también nos conocen, y según alcanzo a entender,
por un rumor gracioso que nos ronda al otro lado del mundo, que entre alborotos
y sonrisas se hacían distinguir por donde iban, contagiaban a otros con su
inigualable chispa y tremenda locuacidad, invitando a bailar, a sentir la música
de su tierra, a vivir y descubrir de la mano de su alegría arrolladora otra
forma de disfrutar. Observaba…
Observaba
además a una sociedad china noble y con atenciones delicadas, a veces paciente
y humilde, otras veces respetuosa hacia sus mayores y de percepciones y reacciones
silenciosas, curiosa por develar lo desconocido y hasta insospechadamente
astuta cuando de negociar algún producto se trataba. Observaba…
Es una fusión
que me pone a pensar en distintos aspectos, pues intentábamos comunicarnos en
el idioma del otro, impregnarnos de nuestros conocimientos, entretenernos con
lo propio y lo foráneo, y hasta degustar lo típico de aquí y de allá. Por una
parte, es un encuentro mágico, de las mejores cosas que se pueden vivir: tener
el placer de que no existan barreras para mirarnos y reconocernos en la
humanidad, aprovechando lo diverso para estrechar más los lazos en una ciudadanía mundial.
Pero, por
otro lado, me transporta a una isla mental más remota, ya que me inquieta esto
del factor cultural y el lugar que uno puede ocupar en él, por ejemplo, me
pregunto: ¿qué tanto nos pertenece y le pertenecemos?, ¿qué tanto nos apegamos
a él?, ¿qué tanto nos podemos desentender de él?, ¿qué pasa si somos diferentes
y no coincidimos con lo que se supone es “nuestro”?
Es una
reflexión que me permito acentuarla con el contraste cultural experimentado. Me
da la impresión de que cada uno naciendo en alguna parte del mundo, ese pequeño
mundo asume que habrás de ser como él, que pensarás como él, que habrá un mismo
sentir y unas mismas preocupaciones, que sus hábitos han de ser los tuyos, que
estamos destinados a adaptarnos igual, es un sentimiento que me da cuenta de la
carencia de duda sobre la naturaleza cultural que nos circunda y nos ampara. Me
parece que es algo que no se cuestiona.
Me pregunto
también, ¿hasta qué punto nuestra cultura nos enriquece y hasta qué punto es un
muro para ser nosotros mismos?, ¿nos da libertad, nos forma o nos excluye?,
¿estamos condenados a seguirla?... No sé qué tan confuso esté sonando todo
esto, pero son inquietudes que me surgen y a las que no quiero responder, tan
solo meditarlas en medio del silencio y del sosiego debidos. Aunque tengo
claridad en algo, y es que no somos un resultado de ella completamente, no
tiene la palabra final para definirnos.
Quizás
parezca contradecirme, pues primero valoro el encuentro entre Oriente y
Occidente, y después, vacilo sobre nuestra identidad cultural, que es la que
nos facilitaría, en principio, lograr dicho acercamiento sorprendente; sin
embargo, no podría ignorar que es otra arista de reflexión que se lanza al
ataque no con la función de derribar, más bien para agudizar el entendimiento y
dejar de creer que todo es tan simple, tan plano y parejo. Esto no le quita la
sinceridad a mi punto de vista, según la cual, la amistad entre pueblos es
factible construirse por encima de nuestras creencias porque somos más valiosos
y más de lo que las mantiene firmes.
Sé que se
trata de pensamientos medio sueltos, a lo mejor extraños y extrañados respecto
a lo que se suele tomar como “normal”; elaboraciones que están en el camino, en
el péndulo de lo seguro y lo inseguro, de lo que a veces es y no es. Sin
embargo, es completamente entendible, los viajes no los hace solamente el
cuerpo, también el alma, el ser en su integridad. El viaje mueve por dentro,
afirma y refuerza cuestionamientos que ya estaban en su lugar, la tarea no
puede ser menos que escucharlos.
Escrito por 玛利亚 (María Adelaida Galeano P.)
* Este escrito hace parte de la serie de relatos Experiencia de Vida en China, que a
manera de diario de viaje comparte una de las integrantes del Semillero de
Investigación en Sociología del Derecho y Teorías Jurídicas Críticas a partir
de su vivencia académica en ese país. Los demás capítulos se pueden encontrar
en la sección Descubriendo China de
este blog.
** 兼听则明,偏信则暗。(jiān
tīng zé míng, piān xìn zé àn).